'Ser es defenderse'
Ramiro de Maeztu
Compra El País y se sumisa a su mensaje
Por Redacción
2 de diciembre de 2013

Tendría que fijarme más en El País. Entiéndanme, por encima: no me pagan lo bastante como para profundizar en este mamotreto deliberadamente soporífero.

Pero hojearlo me debería ser tarea diaria ineludible. Es el perfecto compendio del consenso progresista, la biblia del izquierdista que ha prosperado y envejecido sin ganar un gramo de sabiduría pero acumulando toneladas de prudencia.

Ya frecuenta más las páginas de Bolsa que las de Cultura y, como no le ha ido mal con su progresía de ocasión, no está para dictaduras del proletariado, nacionalizaciones bancarias ni, en general, nada que pueda alterar bruscamente su cómoda existencia. En una marcha del 15M se vería tan fuera de lugar como un pulpo en un garaje.

Pero en todo lo demás retiene esos mantras de la izquierda que, al final, no han reducido un ápice su confort y le han permitido seguir sintiéndose Dany el Rojo sin moverse del sillón de Becara.

Uno lee, si consigue orientarse entre tanta hojarasca y lugar común, su editorial ‘A contracorriente’, en el que comenta la «tendencia hacia la atomización parlamentaria se consolida frente a las mayorías absolutas» y pensar, mutatis mutandis, que está leyendo un órgano conservador particularmente aburrido. Sí, el malo es el PP, pero uno ve enseguida que se trata solo de sermonear al rival y recuperar poder, nada realmente revolucionario o siquiera novedoso. Desafío a cualquiera a que lea su sección de Economía y encuentre algo claramente distinto a lo que pueda encontrarse en Expansión o El Economista.

Por eso es divertido repasar unas columnas de Opinión y unas tribunas que parecen resucitar las reliquias de un polvoriento pasado bolchevique. Uno de los botones que hace resurgir el viejo comecuras español es, naturalmente, la Iglesia. ¡Ah, cuántas gracias tendrían que dar a la Iglesia, que les sirve de coartada para que no se vea en lo que se han convertido!

Una madre de familia italiana ha escrito un libro lleno de sentido del humor y sensatez que ha publicado con el provocativo e irónico título de ‘Cásate y sé sumisa’, y el Arzobispado de Granada ha lanzado su traducción española. ¿Se los imaginan babeando de gusto, poniendo velas a Santa Transición por el favor recibido? Naturalmente, la izquierda es una fervorosa partidaria de la provocación. Decir de un autor o artista que es «poco ortodoxo», que «supera tabúes» o «transgrede las reglas establecidas» es el mayor piropo que un crítico de progreso puede dedicarle, mucho más que proclamar que su obra es bella o sublime. Pero se ve que se refieren a ortodoxias que pocos siguen, tabúes mil veces superados y reglas distintas de las férreas que ellos han impuesto a la mente colectiva.

La tribuna de que hablo, ‘Un arzobispo obsesivo’, empieza afeándole al obispo Martínez de Granada su poca fidelidad a las palabras del Papa, algo que siempre ha preocupado muchísimo a El País, celoso de la lealtad de los prelados a la Sede Pontificia, como se sabe: «Francisco Javier Martínez es un clérigo que insiste en algunas de las obsesiones que molestan al papa Francisco, como el sexo y el aborto».

Entiendo lo que dijo el Papa, pero fue leerlo y prever que iba a suceder exactamente esto. Por supuesto, el Papa ha vuelto a hablar del aborto en su primera comunicación pastoral y seguirá haciéndolo, y es ridículo pretender que Monseñor Martínez este «obsesionado» con estos asuntos, como puede comprobar quien se tome el trabajo -del que sé inocente a la autora de la tribuna- de leer sus cartas pastorales.

Carlos Esteban

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