Cuando tiene días libres acude al Hospital Materno Infantil de Málaga a ver a sus niños para charlar, jugar a videojuegos o, simplemente, acompañarlos en momentos duros.
El agente de la Policía Nacional Eduardo Rodríguez es uno de esos héroes que no llevan capa, aunque en este caso las mallas y la máscara del famoso superhéroe arácnido nacido del cómic como Spiderman lo identifican como tal cuando responde a la llamada de un hospital para visitar a niños con cáncer.
Este malagueño con plaza en Madrid, más conocido por sus compañeros de profesión como «Edu Balboa», recorre los hospitales españoles que lo requieren enfundado en su traje del personaje de Marvel para dar la sorpresa a los pequeños que están ingresados, a los que cariñosamente denomina «Los superpelones».
«El 90 por ciento de mi labor la hago como Edu, y solo me pongo el disfraz cuando me lo piden», cuenta. Unas particulares «hazañas» que muestra a través de su página de la red social Facebook titulada «Spiderman y los Superpelones».
«Un día almorzando en casa vi a un padre estadounidense que se disfrazó de Spiderman para darle una sorpresa a su hijo, y eso me dio la idea para llevar a los héroes a los hospitales de toda España algo que no existía hasta entonces», cuenta con orgullo el policía.
Relata que cuando tiene días libres acude al Hospital Materno Infantil de Málaga a ver a sus niños para charlar, jugar a videojuegos o, simplemente, acompañarlos en momentos duros.
Hace cinco años, ya con su plaza de Policía Nacional concedida, comenzó a visitar a los enfermos a través de varias organizaciones no gubernamentales, lo que, pasado un tiempo, pasó a hacer de forma personal, «visitarlos como un amigo», cuenta.
«Si alguno no tenía medios para trasladarse al hospital de Málaga lo llevaba con mi coche, por ejemplo, y comencé a hacer una relación más estrecha con las familias», explica, para añadir que también visita a niños que se encuentran en Cuidados Paliativos o en sus propias casas.
Le supone una carga emocional pesada, ya que muchos no consiguen superar la enfermedad, lo que a veces «hay que llegar a entender», ya que, por desgracia, «a ese niño le ha llegado su momento y debe marchar».
«Cuando entras en este mundillo tienes que saber que es muy bonito y las fotos quedan bien, pero también tiene la cara peligrosa de estar en contacto casi continuo con la muerte, por lo que hay que saber despedir a los niños y tomártelo con la mayor naturalidad posible», asegura Rodríguez.
A pesar de todo, siempre intenta que los niños vivan los máximos momentos felices y cumplan sus deseos más anhelados, algo que consigue gracias a la ayuda de compañeros, al altruismo de muchas personas y a la suerte que le dan «los que ya están allí arriba», según cuenta.
«Recuerdo a un niño que le encantaba el videojuego bélico ‘Call Of Duty’ y contacté con el Grupo Operativo Especial de Seguridad (GOES) de Málaga para que fueran a darle una sorpresa», recuerda con pasión el policía, que también consiguió regalar a otro pequeño la visita de toda la plantilla del Real Madrid CF, incluido Ronaldo.
Todas estas acciones desinteresadas le han hecho merecedor hoy del Premio Laurel 2017, otorgado por el Sindicato Unificado de Policía en Málaga, por su «gran labor altruista y solidaria que compatibiliza con su carrera policial desde hace muchos años», según la organización sindical, distinción de la que se enorgullece.
No deja de recordar la importancia de la donación de médula para los niños que sufren cáncer, lo que tiene muy presente gracias a su amigo Pablo Ráez, que falleció a causa de leucemia en febrero pasado tras promover hasta el final las donaciones.
«Estuve con él cuando se le diagnosticó por primera vez y cuando recayó y a mi siempre me gusta recordarlo porque parece que a veces Pablo cae un poco en el olvido cuando no ha pasado ni siquiera un año de que se marchara», enfatiza Eduardo, cuyos poderes extraordinarios -desgraciadamente- no curan enfermedad.
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