El purpurado responde en un libro entrevista a las grandes cuestiones y desafíos del hombre de hoy, del mundo y de la Iglesia.
Llega a las librerías españolas Esperanza para el mundo, el libro entrevista en el que el cardenal Raymond Leo Burke, en conversación con Guillaume d’Alançon, reflexiona sobre los grandes desafíos que afronta el hombre de hoy. Una obra que permite profundizar en cuestiones fundamentales de la mano de un cardenal con una notoria trayectoria eclesial y que ha destacado en los últimos tiempos por salir en defensa de la enseñanza de la Iglesia con respecto al matrimonio y la Eucaristía.
La promoción de la ideología de género, la tragedia de los niños asesinados con el aborto, los múltiples y graves ataques contra el matrimonio y la familia, la necesidad de que la Iglesia conozca y comprenda correctamente lo que es el islam y la enseñanza del Corán o la amenaza del relativismo como «el mayor peligro de nuestros días» son algunos de los temas tratados en este libro entrevista.
Una entrevista que comienza con el relato de cómo fue la infancia, la llamada de Dios y los primeros años del ministerio sacerdotal de Raymond Leo Burke, así como las dificultades a las que tuvo que enfrentarse como obispo, primero en la diócesis de La Crosse y más tarde en la archidiócesis de Saint Louis. En este último aspecto, destaca especialmente «la invasiva secularización de la cultura que, por desgracia, también había entrado en la vida de la Iglesia».
El cardenal, que ha adquirido una relevancia particular a partir de la publicación de los “dubia”, defiende también en esta entrevista la enseñanza de la Iglesia con respecto al matrimonio y la Eucaristía, así como la indisolubilidad del matrimonio.
«¿Cómo es posible -se pregunta- que una persona unida en un matrimonio fracasado pueda vivir con otra sin cometer adulterio o fornicación? Es imposible. Por lo tanto, debemos conocer las situaciones particulares, ser misericordiosos con las personas individualmente, pero tenemos que invitar a los que están en esta situación a convertirse y rectificar según la ley de Cristo. La finalidad de la misericordia es la conversión y ésta es siempre la conversión a la verdad».
Añade, además, que tampoco se ayuda a los hijos relativizando el valor del matrimonio sacramental de sus padres: «Al honrar la verdad del sacramento del matrimonio no sólo glorificamos a Dios, fuente de todo bien, sino que consolamos a los jóvenes que han sufrido por las discusiones de sus padres».
La conversación entre el cardenal Burke y Guillaume d’Alançon culmina con una manifestación de esperanza:
«Mi esperanza es que la Iglesia sea cada vez más fiel a su identidad como Esposa de Cristo en su enseñanza, en su culto, en su oración y devoción, y en su vida moral. Mi esperanza es que cada rama de la viña, cada miembro del Cuerpo de Cristo, se acerque cada vez más a Él y le conozca, le ame y le sirva, para que la gloria de Cristo ilumine nuestro mundo.”
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