Decíamos ayer que para un periodista siempre es una gran noticia que un medio de comunicación, un periódico como fue el caso de La Razón, cumpla años, cuantos más mejor. Hoy debemos escribir, lamentablemente, de lo contrario.
Siempre que un medio se cierra, se cierra también una ventana de pluralidad y se hurta a los ciudadanos una posibilidad, de entre las existentes, de mantenerse bien informados. Por tanto, y como primera premisa, el cierre de una televisión como Canal Nou y el hecho de que sus 1.700 profesionales den con sus huesos en las oficinas del Inem no es una buena noticia. Dicho lo cual, sorprende el celo de los medios de izquierdas criticando en mayor o menor medida esta decisión de Fabra, tomada por motivos estrictamente económicos, cuando se han pasado años denunciando que la RTVV era una máquina de propaganda a mayor gloria del PP gobernante en aquella comunidad, en general, y de su presidente, en particular. Dice, por ejemplo el diario El País que la decisión de Alberto Fabra “dejaría a la Comunidad Valenciana como la única con lengua cooficial sin televisión autonómica propia”. Sin entrar en el delicadísimo debate de si el valenciano o el catalán son lo mismo o cosa diferente, algo que para un castellano como el abajofirmante se antoja un arcano, valoraremos como sorprendente el tratamiento informativo de un periódico que nada dice en cambio del papel, cuando menos irresponsable de unos sindicatos, los de Canal Nou al llegar a las últimas consecuencias judiciales el sin duda doloroso despido de mil trabajadores que hubiera hecho viable la empresa para conseguir finalmente que ni los mil en cuestión ni los que habían quedado conserven su puesto de trabajo. Esto en mi pueblo, de la Castilla profunda debo insistir, se llama hacer un pan con unas tortas.
El País no tiene desperdicio cuando, ya en páginas interiores, titula uno los despieces de esta información con un expresivo “El PP mató la estrella de la RTVV”. Dicen en el antiguo diario independiente de la mañana que los nuevos gestores “crearon una plantilla de periodistas afines”… son unos cachondos, ¿eh?… a ver cuándo leemos lo mismo, en el mismo diario, acerca por ejemplo de Canal Sur, cuya supervivencia, cueste lo que cueste, ya se encargará de garantizar a sangre y fuego el Ejecutivo que Susana Díaz preside al alimón con IU y que constituye, junto con la autonómica catalana de Artur Mas, el más fastuoso –y costoso– aparato de propaganda política que vieran los siglos.
Y viene a cuento todo esto que les acabo de referir sobre El País porque otro diario madrileño, en este caso El Mundo sí que pone en nuestra opinión el dedo en la llaga y va a la raíz del problema: el insostenible modelo de las televisiones autonómicas públicas en España. Su titular ya es significativo: “Fabra, primer líder autonómico que se atreve a cerrar su TV”. Y su editorial lo es más todavía: “Decisión valiente tras la pésima gestión de Canal 9”… claro, es que ese es el auténtico problema. Fabra se encontró a su llegada con un muñeco de mil setecientos trabajadores que llevaba a cuestas ya una deuda acumulada de mil doscientos millones de euros… mareante. En plena crisis económica, con una izquierda que renuncia, con más o menos razón, los recortes en servicios sanitarios, educativos y de toda índole para cuadrar unas cuentas que el indolente Zapatero dejó en el sótano 5, para un presidente que se atreve a decir que prefiere cerrar su televisión a cerrar hospitales, la izquierda va y se mete con él. Vivir para ver.
Eurico Campano