«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La trastienda de la Revolución. Buenos Aires 1810-1816.

La toma británica del mercado del Plata sigue siendo el aspecto menos difundido de la Revolución.

Haber reducido el relato histórico de la emancipación rioplatense a una pelea entre patriotas puros y españoles malos o ‘realistas’ sólo ha servido para formar generaciones de argentinos que desconocen hechos de gran importancia en la puja de poderes.

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«¡Queremos saber de que se trata!», gritaban los paisanos criollos afuera del Cabildo. Es fundamental conocer la presión ejercida durante los primeros meses de 1810 por las naves inglesas estacionadas en el Río de la Plata.

La penetración británica comienza con el establecimiento de la logia de masones Excelsior en la ciudad de Buenos Aires.

«A fines de 1806, unos 2000 comerciantes y aventureros británicos, alentados por la noticia de que Beresford había capturado Buenos Aires, partieron rumbo al Río de la Plata acompañando la expedición de refuerzo de Samuel  Auchmuty.  Al  llegar  se enteraron de que la ciudad había sido  reconquistada por sus habitantes, y en  enero de 1807  fueron  testigos del sitio y toma de Montevideo por las tropas de Auchmuty. Mientras  esperaban la llegada del general Whitelocke para pasar a Bs. As., los comerciantes inundaron la plaza montevideana con mercaderías de todos los gustos y colores. Como sabemos, Whitelocke llegó en mayo, invadió Buenos Aires a fines de junio pero fue vencido en pocos  días, y  en  septiembre  los  últimos británicos abandonaron Montevideo.  A pesar del fracaso final  de la expedición,  los comerciantes habían logrado ingresar alguna mercadería en Buenos Aires, y en tanto que algunos volvieron a Gran Bretaña para traer nuevos cargamentos, otros, con o sin mercadería, se quedaron esperando una nueva oportunidad en las costas brasileñas. Y la oportunidad llegó a principios de 1808 con  la  mudanza de la corte portuguesa de Braganza a Brasil.» (1) 

Firmado el tratado de alianza con España en 1/1809, Inglaterra fue obteniendo autorizaciones  para  descargar mercaderías en puertos hispanoamericanos. Así comenzó a legalizarse el contrabando existente. En 7/1809 el virrey Santiago de Liniers fue reemplazado por Baltasar Hidalgo de Cisneros. 

La petición de los comerciantes John Dillon y John Thwaites, que pretendían descargar mercadería de la corbeta mercante Speedwell, dio lugar a un debate que terminó en el decreto del 6/11/1809 destinado a la apertura temporaria del comercio para países aliados con la condición de que las mercaderías se vendieran por medio de consignatarios españoles y que los comerciantes sólo podían permanecer 40 días para descargar. Thwaites  y Dillon  ingresaron  su  mercadería  al  igual  que  17 buques mercantes ingleses que esperaban en la rada  exterior  del puerto de Buenos Aires.  

Luego de la descarga los comerciantes británicos se negaron a volver a sus embarcaciones. El 18/12/1809 unos cincuenta de ellos fueron intimidados a abandonar la ciudad bajo apercibimiento de prisión. Cinco días antes que venciera el plazo para embarcarse, un comité de diez comerciantes encabezados por Alexander Mackinnon, presentó una carta  al  comandante   de  la  nave  de guerra H.M.S. Lightning, apostada en balizas,  pidiéndole que intercediera  ante  Cisneros para obtener una prórroga de aquel plazo. Los firmantes eran: Alexander Mackinnon, Thomas Crockett, Edward Hill, James Ritchie, James Barton, John Smedley, William Dunn, George Dickson, Frederick Dowling y J. Rattray. La presión de los comandantes navales surtió efecto y el Virrey aceptó dilatar por cuatro meses el vencimiento hasta el 18/4/1810. 

Mackinnon  informó de la situación al  ministro George Canning  y a Lord Strangford, embajador inglés en Río de Janeiro. El  día 10/4/1810  el nuevo Comitee of  British Merchants integrado  por Alexander Mackinnon,  Carleton Allsopp,  Robert Staples, John Smedley y Thomas Crocket, volvió a pedir ayuda a los comandantes navales quienes obtuvieron que Cisneros postergara el vencimiento un mes más. 

El día 17/5/1810 llegó al puerto una fragata denominada «Juan París», procedente de Gibraltar, portando  periódicos  londinenses que informaban el derrumbe de las defensas del pueblo español frente a los avances franceses. En esa semana el Virrey quedó desplazado por la Junta Provisoria Gubernativa. Así llegamos al 25 de mayo de 1810.

En 9/9/1810 Alexander Mackinnon  logró  imponer  la firma de un documento que condenaba la actitud del comodoro Robert Elliot, Jefe de la estación  naval  británica en el Plata,  de  respetar  el bloqueo del puerto de  Buenos Aires impuesto por  las autoridades  de Montevideo. Fue personalmente a Río de Janeiro a conferenciar con Lord Strangford  y  volvió con una carta de éste  para la Junta asegurándole que Elliot no tenía instrucción alguna para secundar el bloqueo dispuesto por Montevideo. 

A los pocos meses este grupo de comerciantes fundó la primera institución de la comunidad británica en Buenos Aires. Los British Commercial Rooms o Sala Comercial Británica, ubicada en la posada Doña Clara (Mary Clark) en la barranca (actualmente, calle 25 de Mayo entre Bartolomé Mitre y Perón) a cuadra y media del Fuerte de Buenos Aires. Sirvió durante 20 años de punto de reunión de comerciantes británicos, capitanes de barcos mercantes y comodoros de  buques de guerra. Allí se armaban los negocios y se contaba con varios catalejos para observar desde la azotea la llegada de los barcos y recibir noticias trasmitidas desde ellos por medio de banderas. 

Debe notarse que los comerciantes Dillon, Thwaites, Staples, Allsopp, Dunn, Barton, Dickson, y otros como John Parish Robertson, James Brittain, Samuel Winter, Daniel Mackinlay, John Appleyard, James Paroissien y Thomas Gowland, llegaron por primera vez al Plata en 1807 con las Invasiones Inglesas acompañando las expediciones armadas.  Es decir, que venían con todas las intenciones de avasallar el comercio argentino respaldados por fuerzas militares británicas. 

La muerte de Mariano Moreno

El Dr. Mariano Moreno murió envenenado a bordo de la fragata de comercio británica «La Fama». El capitán George Stephenson  le administró una sobredosis de emético (cuatro gramos de antimonio tartarizado) en un vaso de agua una tarde que lo halló solo y postrado en su gabinete.  Quedando en duda si fue mayor la cantidad de aquella droga u otra substancia corrosiva la que se le administró, no habiendo las circunstancias permitido la autopsia cadavérica. El cuerpo de Mariano Moreno fue arrojado al mar. (2)

Mariano Moreno viajó a Europa en carácter de Secretario de Gobierno y Guerra a fin de afirmar la alianza con Inglaterra, porque existía un interés recíproco contra la usurpación y miras hostiles de Francia. Fue Moreno quien solicitó ser enviado a Inglaterra.

El 24/1/1811 partió en la escuna de guerra británica Mistletoe a cargo del capitán Ramsay hacia el puerto de la Ensenada, distante a unos 50 km de Buenos Aires. Allí trasbordó a «La Fama». 

Su misión más importante e inmediata era concretar una operación de compra de armas acordada entre Cornelio Saavedra, Presidente de la Junta Provisoria Gubernativa y el general Charles François Dumouriez, mercenario francés al servicio de Inglaterra, con el conocimiento de Lord Strangford y el Marqués de Wellington. 

Se recuerda que antes de su trasbordo a La Fama, el Dr. Moreno le obsequió a Ramsay y cuatro oficiales británicos, medallas de oro con la imagen de Fernando Séptimo. 

Los envíos de armas que iba a supervisar Moreno no eran para pelear contra los españoles sino para suplir la falta de material bélico, ya que Buenos Aires se hallaba en estado de indefensión desde 1808.

Hubiera sido sumamente molesto que una persona de la talla moral del doctor Mariano Moreno controlara esos armamentos, que en la mentalidad de Dumouriez y otros implicados, estaban destinados a provocar la guerra entre criollos y españoles. Por esa razón los ingleses quitaron del medio a Moreno para que no entorpeciera sus planes. El Secretario de la Junta fue envenenado por un capitán inglés.

Los negocios de la guerra

Hacia 1814 las ventas de material bélico dejaron de ser un secreto en el Río de la Plata. El traficante John Parish Robertson (3) recorría nuestros ríos a bordo de su barco «La Inglesita» inflamando la cuenca del Plata con armamentos, municiones y todo tipo de pertrechos. Actitud que le valió ser expulsado del Paraguay en 1815. 

El inescrupuloso Parish Robertson rompió con todos los códigos y usanzas comerciales de la época. Fue descubierto en una operación de reclutamiento de combatientes paraguayos a cambio de armamento inglés. Lo hizo a espaldas del gobierno del Paraguay, invocando el nombre del general Alvear, en detrimento del caudillo oriental Artigas. Para ello contó con la protección del Jefe de las fuerzas inglesas estacionadas en el Río de la Plata, capitán Percy.

John Parish Robertson resultó ser un personaje nefasto para las finanzas criollas. Fue el gestor principal en 1824 del famoso empréstito de 1.000.000 de libras esterlinas de la Casa Baring Brothers que hipotecó el futuro de todos los argentinos. 

Los hermanos John y William Parish Robertson pertenecían a una familia acomodada de Edimburgo, hijos de un funcionario del Banco de Escocia. Una parte importante del empréstito se diluyó en gastos militares para la Guerra Argentino-Brasileña (1825-1828), de la que fueron proveedores de equipamiento bélico los mismos comerciantes británicos. 

Otro personaje de importante actuación en esta operación financiera fue James Brittain, uno de los comerciantes más poderosos durante la época de Rivadavia. Llegó a ser un gran hacendado en la provincia de Entre Ríos frente al río Paraná Guazú. Según el cronista William Mac Cann, Brittain llegó a poseer en 1847: «la mayor extensión de tierras pertenecientes a un súbdito británico en esta parte del mundo», con 200 leguas cuadradas de terreno y puerto fluvial.

La Revolución de 1810 y la Guerra de la Independencia argentina significó para Gran Bretaña la toma o el dominio del floreciente mercado del Plata, además de un excelente negocio de material bélico para su industria. 

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Manuel Moreno, padre de la diplomacia argentina.

(1) Diccionario de Británicos en Buenos Aires (1ª época). Maxine Hannon. 1ª Ed., págs. 22-24, Bs. Aires, 2005. (2) Vida y Memorias de Mariano Moreno. Manuel Moreno. Londres, 1812 (Ed. Eudeba, Bs. As., 1968). (3) Cartas de Sud  América.  J. P. y G. P. Robertson. Traducciones del Dr. Carlos A. Aldao y J. L. Busaniche. Buenos Aires, 1950. Edición en castellano del libro original escrito por los hermanos Parish Robertson: Letters on Paraguay, London, 1838-39 y Letters on South America, London, 1843.

 

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