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Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Bombonera antisanchista

22 de mayo de 2024

Antes de que el asunto se olvide, o remita, es inevitable reparar en un par de cosas que la estela de Milei deja como productos, subproductos, casi logros indirectos de su paso por España.

Uno es la trifulca en las redes. Más que los cruces de informaciones, de noticias, de notas de los corresponsales, la formación de un (nunca mejor dicho) gran quilombo en las redes que ha ido generando una conversación entre los dos países, una conversación política, primaria si se quiere, pero política que atañe a las dos orillas. Las ‘comunidades’ españolas y argentinas, mundos aparte, se comunican. Notamos la hilaridad deprecatoria de los argentinos, ‘barra brava’ del epíteto, y cómo, por ejemplo, de repente han enriquecido el antisanchismo (tanto que parece buena idea arrendar unos días la oposición a Milei y su gente). La comunicación entre las dos comunidades cibernéticas ya se daba en cosas como el fútbol y los juegos, el gaming, los mundos de los Ibai Llanos y similares. Allí ya una comunicación habitual, pero quizás sea esta la primera vez que pasa en política. Es poco y solo un comienzo, pero en realidad es algo, y no cualquier cosa: una conversación política hispana, una conversación de hispanidad sobre un asunto más o menos político. Esto ya es un logro.

Otro asunto ya más bien cómico que ha dejado Milei tiene que ver con la palabra o condición de liberal que él lleva a unos límites casi de cómic. Al entrar en contacto con los españoles, su hiperliberalismo ha generado un efecto corrosivo.

Antes de llegar fue acogido precisamente por ello como una autoridad respetabilísima: un gran liberal. Grandes loas de Losantos, por ejemplo. Pero días después, horas después, para el mismo Losantos Milei es «analfabeto en economía» y «majadero». Y más lejos llegó, aunque en otros términos, Pedro Jota, porque le quitó oficialmente la condición de liberal, se la retiró: «Siento vergüenza de que Milei se llame liberal. Una persona que se comporta así no puede ser definido como liberal. La base del liberalismo está en la tolerancia y la aceptación del distinto. El primer atributo de un liberal tiene que ser la educación».

Un liberalio pata negra español excomulgaba al liberal Milei que desde este momento era ya exliberal, mientras la izquierda, por supuesto, proclamaba su iliberalismo, su cercanía al fascismo. La Sexta, por poner un ejemplo, le estaba dedicaba minutos y minutos (horas quizá) con imágenes de Franco, denuncias de machismo, trumpismo manifiesto, extremo ultraliberalismo, etc.

Con otras palabras la derecha (peperoide) se sumaba a esta locura de la izquierda. La misma demonización o desactivación por otros medios. En tres días, y sin cambiar sus ideas, Milei pasaba de gran liberal a exliberal o liberal no apto (no versado en la ciencia del mercado) revelando de modo hilarante el uso que la derecha hace del término, etiqueta o marcador de no «depolorabilidad». Si de alguien se dice que es liberal, es bueno; si no es liberal, entonces es fascista o comunista (falangista o socialista) o las dos cosas como Putin.

(Como norma: quien diga «liberal», ese es el traidor)

Milei, con su genial show, ha puesto de manifiesto la ridiculez del término según lo usan los papisos liberalios del infierno neuronal español. También ha desencadenado, como si nos trajera la Bombonera antisanchista, el inicio de una conversación hispana sobre política. Una protocomunidad, un encuentro de hispanidad. Aunque sea sobre un personaje como Pedro Sánchez.  

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