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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Gobierno húngaro: 'Europa sólo puede sobrevivir reteniendo el cristianismo'

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán

El viceprimer ministro húngaro, Zsolt Semjén, ha condicionado la pervivencia de Europa como civilización a la preservación y fortalecimiento del cristianismo.


A nadie se le escapa que existe un proyecto – exhaustivamente urdido – para privar a las naciones europeas de su tradicional forma de vida. Este proyecto, que nunca se ha explicitado, se sirve de dos medios: por un lado, del debilitamiento de los diferentes credos cristianos; y, por otro lado, del fortalecimiento de la religión islámica en suelo continental.
Precisamente sobre este hecho ha reflexionado el viceprimer ministro húngaro, Zsolt Semjén, quien ha alertado – en una peregrinación que concluye en una localidad de Transilvania poblada por un gran número de personas de origen húngaro – de que el islam está imponiéndose en Europa al tiempo que el cristianismo y las identidades nacionales languidecen.  
En ese contexto, Semjén ha condicionado la pervivencia de Europa como civilización a la preservación y fortalecimiento de la religión cristiana: ‘Esta peregrinación porta el mensaje de que Europa sólo puede sobrevivir si retiene el cristianismo y preserva su identidad; si las naciones europeas están orgullosas de su identidad (…) Un gran número de húngaros, con independencia de sus creencias religiosas, acuden aquí año tras año para reafirmarse a sí mismos en su identidad nacional y en su cristianismo cultural’.

La misión del Gobierno húngaro

El compromiso del Gobierno magiar con la defensa de la civilización cristiana se antoja innegable. Así, desde que el conservador Viktor Orbán ejerce como primer ministro, sus políticas se han cimentado sobre dos principios básicos e innegociables: la sacralidad de la vida humana y el supremo valor de la familia, célula de toda sociedad moralmente sana.
Inmediatamente después de haber sido reelegido como primer ministro, Orbán manifestó su propósito de construir una ‘democracia cristiana del S.XXI’; un régimen político que él mismo opone a la ‘democracia liberal’, cuya imposición ha fracasado.
Antes de que se celebrasen los comicios generales, el líder político magiar denunció el afán de las élites de acabar con el ethos de las naciones europeas: ‘El mayor peligro que amenaza hogaño a Europa es el silencio indiferente de unas élites que están renunciando a las raíces cristianas (…) Los líderes políticos e intelectuales europeos quieren crear una sociedad mixta que cambiaría la identidad cultural y étnica en una serie de generaciones’.
En este sentido, Orbán manifestó el cometido que orientará la acción de su Gobierno durante los próximos años: ‘Para nosotros, Europa es un continente cristiano, y nos gustaría mantenerlo de esta manera. Aunque no seamos capaces de lograrlo, nos encantaría salvar esa pequeña porción  que Dios confió a los húngaros’.
Los representantes del Ejecutivo magiar siguen la línea de ingentes pensadores que consideran que la génesis – y el final – de las civilizaciones está siempre en la religión. Ya lo decía Belloc: ‘La Fe es Europa. Y Europa es la Fe’.

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