La presidenta delĀ Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, ha atribuido el acoso sexual en las calles a la llegada masiva de inmigrantes que, a su juicio, ha llevado a Francia una cultura irrespetuosa con las mujeres.
Los autores del acoso en la calle son Ā«en su inmensa mayorĆa ciudadanos inmigrantes que importan una cultura de no respeto a las mujeres, de sumisión e incluso, por parte de muchos, de desprecio a las francesasĀ», ha indicado Le Pen en su comparecencia ante la prensa para presentar sus planes para este nuevo aƱo.
En plena polĆ©mica en Francia sobre los lĆmites de la seducción y del acoso, que ha enfrentado a un grupo de feministas con un centenar de personalidades femeninas del mundo de la cultura que defienden Ā«la libertad de los hombres a importunarĀ», Le Pen ha evitado decantarse por uno u otro bando y ha subrayado que ambos tienen parte de razón.
Ā«El acoso es una realidad sobre todo cuando proviene de parte de gente con poder, principalmente jerĆ”rquico, pero le corresponde a la justicia ocuparse de esoĀ», ha destacado la lĆder de la derecha alternativa, opuesta a los juicios mediĆ”ticos que Ā«dejan sin condena a los culpablesĀ».
La guerra contra el feminismo
Un centenar de artistas e intelectuales francesas lanzó hace unos dĆas un manifiesto en el que critican el Ā«puritanismoĀ» de la campaƱa contra el acoso desatada a raĆz del caso Weinstein, y defienden la Ā«libertad de importunarĀ» de los hombres, que consideran Ā«indispensable para la libertad sexualĀ».
«La violación es un crimen. Pero el flirteo insistente o torpe no es un delito, ni la caballerosidad una agresión machista», dicen personalidades como la actriz Catherine Deneuve, la escritora Catherine Millet, la editora Joëlle Losfeld o la actriz Ingrid Caven en la tribuna, publicada en el diario «Le Monde».
Aclaran que «no se sienten representadas por ese feminismo que, mÔs allÔ de la denuncia de los abusos de poder, adquiere el rostro de un odio a los hombres y su sexualidad», en alusión al movimiento «#metoo» («yo también»), que surgió para denunciar en las redes sociales casos de abusos contra mujeres.
TambiĆ©n se refieren a ese movimiento como Ā«justicia sumariaĀ», que juzga a hombres Ā«cuyo Ćŗnico error fue haber tocado una rodilla, tratado de robar un besoĀ» o Ā«hablar de cosas ‘Ćntimas’ en una cena profesionalĀ».
Si bien reconocen que el caso Weinstein dio lugar a una «toma de conciencia» sobre la violencia sexual contra las mujeres en el contexto profesional, lamentan que ahora se favorezca los intereses de los «enemigos de la libertad sexual» o de los «extremistas religiosos».
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