Las jugadoras de la Liga F han solicitado acabar con la cuota que establece la obligatoriedad de que sean pitadas siempre por mujeres, reclamando que se priorice la calidad del arbitraje por encima del género. Esta petición se suma a la de clubes y entrenadores, que consideran que la profesionalización de la competición exige contar con los mejores perfiles disponibles, sin importar si son hombres o mujeres.
La medida de exclusividad femenina en el colectivo arbitral fue implantada cuando se creó la Liga F hace tres años, como parte de una política de discriminación positiva que buscaba abrir espacio a las mujeres en un ámbito históricamente dominado por hombres.
Sin embargo, el crecimiento de la liga en términos de visibilidad, nivel de juego y exigencia competitiva ha generado un debate sobre la continuidad de esta política. La propia Liga F, junto con la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y su Comité Técnico de Árbitros (CTA), han reconocido que tendrán que revisar esta norma. Ambas instituciones tienen previsto reunirse en los próximos días para abordar posibles cambios en los criterios de designación arbitral.
Una de las voces más destacadas en esta discusión ha sido la de Cata Coll, portera del FC Barcelona, quien en una reciente entrevista señaló: «Deberían arbitrarnos los mejores, da igual si son chicos o chicas. ¿No pasa lo mismo en el fútbol masculino? Pues aquí también». Una opinión que, según diversas fuentes han adelantado al Mundo Deportivo, comparten muchas de sus compañeras de vestuario.
Desde la organización de la competición reconocen que esta fórmula inicial fue clave en un momento determinado, pero consideran que, con la liga ya asentada como una de las referentes a nivel internacional, el listón debe elevarse también en materia arbitral. Se trata, dicen, de dar respuesta a una realidad deportiva cada vez más exigente y profesionalizada.
