«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
LA INVERSIÓN actual ES de apenas el 1,28% DEL PIB

España tiene que invertir más de 25.000 millones adicionales al año en Defensa para alcanzar el 3% que plantea la UE

La ministra de Defensa, Margarita Robles. A. Pérez Meca

La exigencia de aumentar los presupuestos destinados a Defensa está ganando terreno entre los líderes europeos, y es una preocupación que resuena con fuerza tras la reciente elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Trump, crítico con la dependencia europea de la protección norteamericana, ya había impulsado durante su mandato anterior el objetivo del 2% del PIB en gasto militar para los países de la Alianza Atlántica. Ahora, su regreso podría empujar esta meta hacia el 3%, intensificando la presión sobre Europa.

España se enfrenta a un desafío monumental si quiere alinearse con las demandas de la OTAN. Con una inversión actual de apenas el 1,28% de su PIB en Defensa, es el país de la Alianza que menos recursos dedica a este sector. Alcanzar el objetivo del 3% supondría un incremento superior a 25.000 millones de euros anuales, una cantidad equivalente al gasto del Estado en una nómina mensual y la paga extraordinaria de Navidad para los empleados públicos. Sin embargo, el panorama político interno complica aún más este escenario. Una parte del gobierno español, liderada por la coalición Sumar, rechaza elevar el presupuesto en Defensa, lo que pone en duda que España alcance siquiera el 2% antes de 2029.

Mark Rutte, nuevo secretario general de la OTAN, no ha dudado en recalcar la urgencia de asumir «sacrificios» en otras áreas del gasto público para reforzar la seguridad colectiva. Durante una conferencia en el centro de estudios Carnegie Europe, Rutte enfatizó que las amenazas actuales son tan graves como las de la Guerra Fría, cuando los países europeos destinaban más del 3% de su PIB a la Defensa. «Ahora gastamos más que hace una década, pero todavía estamos muy lejos de lo que necesitamos», señaló. Este llamado a adoptar una «mentalidad de guerra» refleja la creciente inquietud en Europa ante un escenario geopolítico más inestable.

El nombramiento de Kaja Kallas como nueva Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad simboliza un giro estratégico en la política comunitaria. Proveniente de Estonia, el segundo país europeo con mayor inversión en Defensa (3,5% del PIB), Kallas refuerza la determinación de Ursula von der Leyen de priorizar este ámbito. Además, Polonia, líder europeo con más del 4% del PIB destinado a Defensa, asumirá en enero la presidencia rotatoria del Consejo Europeo, con la inversión militar como uno de sus principales enfoques.

Ante la magnitud del reto, algunas naciones europeas están explorando fórmulas innovadoras para financiar el gasto militar. Según el Financial Times, varios países de la UE están evaluando la creación de un fondo común de 500.000 millones de euros para proyectos de armamento y defensa. Este mecanismo, respaldado por bonos garantizados por los países participantes, estaría abierto incluso a naciones no pertenecientes a la UE, como Reino Unido o Noruega. La propuesta está ganando apoyos entre actores clave y podría ser un paso crucial para reforzar la capacidad militar europea de manera conjunta.

Mientras Europa debate cómo responder a estas crecientes demandas, España y otros países que aún están lejos de alcanzar las metas de inversión enfrentan decisiones complicadas. Si bien el gobierno español destaca su contribución en misiones internacionales como un factor a tener en cuenta, la brecha presupuestaria respecto a otros socios de la OTAN sigue siendo un obstáculo evidente. Con las expectativas de la Alianza en aumento y la presión de Estados Unidos en el horizonte, el futuro de la seguridad europea pasa por un reajuste profundo de las prioridades presupuestarias.

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