Los precios industriales cayeron un 4,8 % en julio en comparación con el mismo mes de 2019, lo que supone 1,1 puntos menos respecto a la caída de junio, debido al encarecimiento de la producción de electricidad y del refino del petróleo.
De acuerdo con los datos publicados este martes por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el descenso del índice de precios industriales (IPRI), que lleva 14 meses en negativo, suma dos meses de moderación desde que en mayo tocara fondo con una caída del 8,8 %.
El sector energético es el que más ha tirado al alza de la tasa anual IPRI, aunque registra un caída de precios del 13,7 %, si bien es tres puntos menor a la del mes anterior por la subida de la producción, transporte y distribución de energía eléctrica, y del refino de petróleo.
También ha influido, aunque en menor medida, el aumento de los precios de la producción y distribución de gas, que un año antes bajaban.
El otro sector con influencia al alza en el IPRI ha sido el de bienes intermedios, cuyos precios cayeron el 2,2 %, una tasa 7 décimas inferior a la caída del mes anterior debido a al incremento de los precios de la producción de metales preciosos y de otros metales no férreos y de la fabricación de productos químicos básicos, compuestos nitrogenados, fertilizantes, plásticos y caucho sintético.
El único sector que ha tenido un influencia negativa, aunque mínima, ha sido el de bienes de consumo no duradero, con una inflación del 0,4 % anual, una décima menos que el mes anterior por el abaratamiento de las artes gráficas y a pesar de la subida de los precios del procesado y conservación de carne y la elaboración de productos cárnicos.
Sin contar con la energía los precios industriales cayeron el 0,6 % anual en julio, dos décimas menos que en junio.
En comparación mensual, los precios industriales subieron el 1,8 % respecto a junio, una inflación que se explica sobre todo por el mayor coste de producir y distribuir la electricidad.
La caída de la tasa anual del IPRI se modera en todas las comunidades autónomas -sobre todo en Murcia, Castilla-La Mancha y Asturias-, mientras que en Navarra se mantiene.
