«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
28 de abril de 2023

13, rúe del Sánchez

Si es cierto que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, lo que ha construido el Gobierno que todavía padecemos con su nueva Ley de la Vivienda es una autopista de seis carriles directa al Averno. Dentro de poco, cuando concluya su tramitación parlamentaria, y en cualquier caso después del 28 de mayo, la quimera estatalista que nos promete hoy decenas de miles de viviendas sociales quedará en nada y las nuevas regulaciones que agreden a los pequeños propietarios particulares (96 por ciento) por el hecho de serlo, destruirán el mercado del alquiler.

No es una visión catastrofista, sino catastrófica. Todo lo aprobado por el Gobierno y sus menguados socios, sobre todo en lo referente a la limitación de los precios del alquiler, ya lo han probado otros países y no funciona. Igual que otras naciones probaron gobiernos socialcomunistas que jamás funcionaron. Topar —terrible palabro— los precios del alquiler causa el efecto contrario a la intención: reduce la oferta en las zonas tensionadas, eleva los precios en las áreas colindantes y repele a los inversores, que buscarán refugio en aquellas regiones y ciudades que se opongan a la totalitaria medida, otra más, del sanchismo.

Durante los últimos tres años, no ha quedado institución, organismo o consejo, que no haya advertido al Gobierno del error fatal que estaba dispuesto a cometer. Y aun así. Ese es el verdadero problema del Gobierno sanchista: la persistencia en la equivocación. El rechazo a la realidad y la afición patológica por la mentira de Pedro Sánchez, que ayer osó felicitarse por los malos datos de la EPA que sitúan al empleo en España en el pozo del que no logramos salir, determinan la pulsión legislativa de un Gobierno que debió haber desaparecido tras la desastrosa gestión de la pandemia.

Tras la eliminación de los principios esenciales para que pueda haber una oferta de vivienda a precios asumibles, a saber: la seguridad jurídica, la rentabilidad y el respeto riguroso al derecho a la propiedad privada, los únicos que van a disfrutar de la nueva Ley de la Vivienda son los okupas, las mafias y los morosos inquiokupas del ático del número 13 de la Rúe del Sánchez.

Ante este baño de realidad garantizada por la pésima experiencia de otras naciones, sólo cabe preguntarse cuántos días faltan hasta las elecciones generales y si la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, dejará algún día de jactarse de estar más cerca del PSOE que de Vox. Que no es que lo dudemos, sino que quizá no sea conveniente para España.

Noticias de España

.
Fondo newsletter