«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
EDITORIAL
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13 de julio de 2022

El estado de su región

El diputado de Teruel Existe, Tomás Guitarte (E. Parra / EP)

El debate sobre el estado de la Nación terminó ayer tras la intervención del único líder de un partido de la oposición que habló en el Congreso: Santiago Abascal. Lo que pasó a continuación, incluida la intervención lastimosa del portavoz de ERC, el sedicioso à deux (trois) balles Rufián, y la sesión de hoy en un hemiciclo vacío, poco o nada tiene que ver con la nación, y sí mucho con el problema de la desvertebración de España con esta miríada de partidos regionales que suben a la Tribuna a debatir sobre el estado de su región. Que por importante que sea para un regionalista cántabro y para los santanderinos la deuda del Hospital de Valdecilla, ni siquiera roza la cuestión que da título al debate extraordinario.

La sucesión de mítines que hemos tenido que padecer hoy de partidos regionales que, con alguna excepción pequeña, se han aprovechado de las debilidades de la democracia, son el mejor ejemplo del error cometido cuando en su momento se aceptó que España se constituyera como un Estado federativo, que eso es el sistema autonómico español, al tiempo que se daba acceso al Congreso de los Diputados a las mismas formaciones que hoy, en un chantaje permanente, condicionan el poder ejecutivo y el legislativo. Partidos, y alguna banda, que usan el Congreso como herramienta a pesar de que ya tienen una fuerza relevante en sus parlamentos regionales y cuya voz, en caso de ser necesario, puede ser escuchada en la cámara de administración territorial, el Senado.

No achacaremos este error, porque el presentismo es una de las formas más groseras de injusticia, a los padres de la Constitución y al pueblo que aprobó por abrumadora mayoría la Carta Magna. Lo achacaremos a un sistema que se quedó paralizado ante la degeneración apresurada de las formas políticas de Gobierno en España y que permitió, sin corregirlo de inmediato, el primer chantaje de un partido regional a uno nacional.

Aceptar ese chantaje ha impulsado la formación de una bandada de partidos pequeños con intereses pequeños que secuestran la soberanía nacional y consiguen que, elección tras elección, los partidos nacionales se vean obligados —de peor o mejor gana, como parece— a protagonizar un engaño masivo a sus votantes.

El presidente del Gobierno ha dicho hoy, en una réplica a uno de los diputados de UPN abandonados por la formación navarra, que «hay pocas cosas en política más mezquinas que traicionar a tu partido, tus siglas y a tus compañeros». Y tiene razón. Tiene razón en que hay cosas peores. Una de ellas, traicionar a tus votantes.

Y otra, no hacer nada para remediarlo.

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