El diario El PaĆs ha publicado un artĆculo bajo el tĆtulo āEl problema con los memes nostĆ”lgicos de las afganas en minifaldaā despuĆ©s de que -desde la caĆda de Kabul en manos talibanes- hayan sido virales varias fotografĆas de mujeres vistiendo y viviendo libremente en AfganistĆ”n en los aƱos 70, antes del califato islĆ”mico y la aplicación de la SharĆa.
Ā«El uso polĆtico de las imĆ”genes de las universitarias en minifalda paseando por Kabul en los setenta alimentan grupos ideológicos desde hace aƱos. Las fotografĆas se han reproducido de forma intensiva para fomentar la islamofobiaā, sentencia El PaĆs. Parece que, a juicio del diario, el problema en AfganistĆ”n no es tanto la llegada de los talibanes, con las dramĆ”ticas consecuencias para las mujeres, los homosexuales y la minorĆa cristiana que conlleva, sino el supuesto aumento de la Ā«islamofobiaĀ» por denunciar sus criminales prĆ”cticas.
La reivindicación de esta libertad de las mujeres medio siglo atrĆ”s en AfganistĆ”n es legĆtima y deberĆa ser aplaudida por aquellos que consideran cualquier asunto, por menor o ridĆculo que sea, como una muestra del Ā«machismo estructural de OccidenteĀ».
No sorprende, sin embargo, esta actitud de parte de aquellos que llevan dĆ©cadas guardando un silencio atronador ante la situación que se vive en muchos barrios de Europa. Mientras los gobiernos globalistas se gastan cientos de millones de euros en promocionar la Ā«igualdad real entre hombres y mujeresĀ», en EspaƱa incluso se ha creado un ministerio para tal determinación, sus dirigentes y los medios de comunicación afines miran hacia otro lado ante la discriminación sistĆ©mica contra las mujeres en barrios de ParĆs y de Bruselas, o en numerosas urbes de Reino Unido.
En 2015 y 2016, cuando los atentados se sucedĆan en cada esquina del continente, los medios de comunicación tomaron la determinación de dejar de informar acerca de la nacionalidad de los atacantes para evitar Ā«casos de xenofobia e islamofobiaĀ». Ahora nos exigen que no recordemos cuando las mujeres gozaban de libertad en AfganistĆ”n.
Pronto serĆ” delito afirmar que bajo el yugo islamista las mujeres no son libres y los homosexuales son perseguidos. Y ante ese delirio, ante todos estos delirios, solo queda rebelarse.