Los resultados de las elecciones argentinas reflejan una voluntad de cambio real, pero no sólo con respecto al desastroso Gobierno de los Fernández —Sánchez, pon tus barbas a remojar—, sino frente al kirchnerismo (ese hijo ilegítimo, pero hijo al fin y al cabo, del peronismo), que hace ya una década que debería haber quedado enterrado junto a su fundador, Néstor Kirchner, en su impúdico y megalómano mausoleo de Río Gallegos.
Argentina no aguanta más gobiernos de izquierda populista corrupta, como tampoco va a aguantar que Juntos por el Cambio, el principal partido de la oposición hoy vencedora, pastelee de nuevo con el oficialismo de Cristina K. para que nada cambie. Es fundamental que los nuevos diputados y senadores de las fuerzas de oposición al kirchnerismo se den cuenta de que por encima de etiquetas desgastadas y envilecidas y por encima de intereses partidistas, ya sólo cabe una política permanente de reacción.
De momento, en esta necesidad reaccionaria sólo distinguimos a un partido que ha entendido que es imperativo acabar con el peronismo que permea todos los estratos de la sociedad, y mandarlo al olvidadero de la Historia. La Libertad Avanza, el partido del economista liberal Javier Milei, ya ha anunciado que no pactará jamás con el Gobierno de Alberto Fernández. Ese es el camino y no hay otro: aislar al justicialismo kirchnerista y a la casta política que lo sostiene allá donde se encuentren y enfrentarlos a la realidad de su penosa gestión política, económica y social que ha conducido a la Argentina a una crisis demencial e insostenible con una inflación tercermundista y bolivariana.
La pérdida del quórum peronista en el Senado por primera vez desde 1983 es la señal. Y debe ser atendida. Los macristas de Juntos por el Cambio deben escuchar a nuevos líderes como Javier Milei o Victoria Villarruel y a su enorme caudal de voto joven y no cometer los errores de bulto del pasado. Desmontar el peronismo del que abominan las nuevas generaciones de argentinos es una tarea pesada y costosa. Requiere sacudirse los complejos y las imposiciones de la temblorosa oligarquía financiera y, por supuesto, no conformarse de los pequeños gestos que pueda hacer el kirchnerismo en las próximas semanas para evitar el benéfico precipicio electoral al que se acerca. Aunque sea una empresa para titanes, desmontar el peronismo es imprescindible para recuperar la libertad y la confianza de la juventud en que Argentina merece la pena.
Coda: Que el diario español El País llame «ultraderechista» al partido de Javier Milei, un liberal comme il faut, sólo puede ser consecuencia de un nuevo error en los parámetros. Recomendamos su revisión.