«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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19 de julio de 2021

Francisco ante su conciencia

En 1980, el comunismo ya era un árbol caduco, hendido por el rayo de la realidad y en su mitad, podrido. En aquel mismo año, en la cátedra de San Pedro se sentaba un sacerdote polaco, Juan Pablo II, que no dudó en dar un empujón a aquel tronco seco enfrentándose al imperio soviético y amenazando incluso al camarada secretario Breznev con dejar Roma y volver a Polonia movilizando su enorme influencia mundial si Moscú reprimía por la fuerza las ansias de libertad del pueblo polaco. Aquel fue un extraño momento en la vida vaticana, que maneja desde hace veinte siglos unos tiempos no pocas veces incomprensibles para el mundo.

Hoy es uno de esos tiempos que el mundo no alcanza, quizá todavía, a comprender. Ha hecho falta una semana para que el Papa Francisco se haya dado por enterado en público del estallido de las ansias de libertad del pueblo cubano frente a ese tocón podrido que es el comunismo de los Castro y sus secuaces. Siete días para que Su Santidad, a quien Dios guarde, invoque, tras lamentarse de los aluviones en Alemania y el desorden en el que malvive Sudáfrica, los principios de paz, diálogo y solidaridad como base desde la que construir en Cuba «una sociedad cada vez más justa y fraterna» en respuesta «a estos momentos difíciles, especialmente para las familias que más sufren» con un exhorto final al pueblo cubano a encomendarse a la Virgen de la Caridad del Cobre, «que los acompañará en el camino».

Tras 62 años de comunismo en la isla, un socialismo cubano que, no conviene olvidarlo, es la cabeza de la serpiente ideológica que ha reconstruido la ideología totalitaria en toda Iberoamérica y que amenaza de nuevo la libertad de cientos de millones de personas, en su inmensa mayoría católicos, parece insuficiente pedir diálogo y confianza en la Virgen (sobre todo lo primero) para superar estos tiempos difíciles.

Por supuesto, nos resistimos a pensar que Francisco pudiera no compartir el mismo sentido de la dignidad humana que muchos de sus predecesores del siglo XX; una dignidad que no tiene un enemigo más feroz, aunque haya muchos y perversos adversarios, que el socialismo marxista que domina Cuba con puño de hierro.

Por los tiempos distintos que maneja Roma, pasarán muchos años, quizá décadas, hasta que podamos entender si el Papa Francisco, vicario de Cristo en la Tierra, hizo todo lo que estaba en su mano para defender al pueblo de Cuba, y por ende, a toda la Iberosfera, de esta putrefacta y deshumanizada interpretación de la Justicia Social que es el Socialismo del Siglo XXI.

Pero por más que tardemos en conocer el papel que desempeñó el Papa Francisco mientras nuestros hermanos cubanos se levantaban y el comunismo deshumanizador los represaliaba, y desde nuestra consideración hacia su altísima autoridad, no podemos dejar de señalar la enorme responsabilidad del Papa, de cualquier Papa, ante su conciencia y, por la dignidad de la que está revestido como sucesor de Pedro, ante la Historia. Tu es Petrus.

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