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17 de mayo de 2022

Juanma miente o se equivoca

¡Juanma' Moreno Bonilla, cndidato del PP a la Presidencia de la Junta de Andalucía (Nacho Frade / Europa Press)

En la década de los 90, España tenía poco más de un 2 por ciento de inmigrantes sobre el total de su población. A principios de siglo, alrededor de un 4 por ciento. En 2010, fruto de las descabelladas políticas de regularización de ilegales promovida por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, alcanzamos porcentajes europeos de cerca del 13,5 en un Estado que no estaba, ni mucho menos, preparado para ello. Desde entonces la inmigración provoca una tensión creciente y evidente con problemas de todo tipo: económicos, fronterizos, de seguridad interior, sanitarios, choques culturales, marginalidad, gasto político y un largo etcétera.

Desde 2010, el porcentaje de inmigrantes apenas ha disminuido. Seguimos en unas cifras cercanas a ese máximo provocado por el efecto llamada del desastroso Gobierno Zaoatero sin que las distintas administraciones que se han sucedido, tanto nacionales como autonómicas, hayan generado nada que no sea discursos buenistas y de elogio hipócrita de la multiculturalidad que no parece otra cosa, porque no lo es, que un ardid para tratar de ocultar la irresponsable ineptitud de nuestros gobernantes a la hora de encarar el reto de la inmigración.

Es verdad que tampoco podíamos esperar otra cosa de todos aquellos políticos y partidos que desde la Transición se han negado a abordar el enorme problema del invierno demográfico que ha dejado a la población española envejecida y al borde —por su cercanía temporal— de una crisis de proporciones bíblicas en el sistema de pensiones. Agárrense.

Hace mal el Partido Popular en seguir escondiendo la cabeza bajo la tierra con ese recurso al discurso buenista y kumbayá para esquivar el debate sobre inmigración

Ayer, lunes, la Fundación Disenso, bajo la presidencia de Santiago Abascal, la dirección de Jorge Martín Frías y con la presencia de la candidatta de Vox a la Presidencia de la Junta de Andalucía, Macarena Olona, presentó en Almería el informe Mitos y realidades sobre la inmigración en España. Un informe riguroso, serio y trabajado sobre el impacto en la sociedad, incluido en los propios inmigrantes, de un fenómeno complejo con zonas morales en sombra y que provoca una alarma creciente en nuestra vida diaria gracias a la pasividad de nuestra clase gobernante.

La presentación del informe contó con la información sesgada de la mayoría de los medios de comunicación —nada nuevo bajo el sol— y la izquierda volvió a etiquetar a la formación de Abascal con las mentiras ya tradicionales —racista, xenófobo, supremacista, etc.— que no son más que lágrimas en la lluvia y que, como dicen los mexcanos, le hacen a Vox lo que el viento a Juárez. Es decir, nada. Pero la sorpresa saltó desde las filas del autodenominado centroderecha —plurinacional súbito y andalucista-galleguista moderado reciente—, cuando el candidato del PP a la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, reaccionó a la presentación del informe de la Fundación Disenso asegurando que la inmigración no debe estar presente en la campaña electoral porque «no es una inquietud real de los ciudadanos».

El señor Moreno miente o se equivoca. Como sólo se equivocaría si fuera un desinformado, preferimos, y a buen seguro sus votantes también, que sea sólo una mentira. Una más de un político de la casta del establishment. Si total…

La inmigración sí es una de las grandes inquietudes de los españoles y también de los inmigrantes legales e integrados que viven en barrios cada vez más inseguros. Hay muchas más inquietudes, por supuesto, pero casi todas tienen una relación estrecha con la inmigración, que es causa y efecto de buena parte de lo que está mal en Europa, en España y en todas las regiones españolas con especial énfasis en Andalucía como frontera sur peninsular.

Hace mal el Partido Popular en seguir escondiendo la cabeza bajo la tierra con ese recurso al discurso buenista y kumbayá para esquivar el debate sobre inmigración que Vox no esquiva. Y sobre todo hace mal el partido de Feijóo porque nadie se cree que un líder del PP con poco más de dos dedos de frente pueda pensar otra cosa muy distinta a las conclusiones del informe de la Fundación Disenso. Pensar una cosa, como suele hacer el PP, y decir otra, como siempre hace el PP, está feo. Se llama hipocresía y se castiga con la decadencia.

Si no nos creen, pregúntenles a los franceses qué han hecho con las cenizas de su centroderecha moderado que convirtió la hipocresía, el multiculturalismo y el buenismo en el que no creían, en el motor de su acción política.

Sólo es un aviso.

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