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12 de marzo de 2021

La cinta de correr

El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska (R.Rubio/ Europa Press)
El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska (R.Rubio/ Europa Press)

La noticia de que los españoles, con el dinero que no tenemos, hemos pagado al ministro de Interior, Fernando Grande Marlaska, una cinta de correr semiprofesional con doble amortiguación que alcanza una velocidad de hasta 20 kilómetros por hora y que permite un entrenamiento con una inclinación de hasta 15 grados, todo ello por un precio de 2.770,90 euros, es el ejemplo perfecto de la falta de empatía —y de vergüenza— de este Gobierno con la gravísima situación económica de millones de españoles fruto de la pandemia que sufrimos y del desgobierno que padecemos a partes iguales.

Gastar nuestro dinero como si el dinero público no fuera de nadie, es la primera forma de corrupción y antecede y permite todas las demás

Si lo que quiere el ministro es ponerse en forma, le sugerimos que, debidamente protegido, salga de la sede del Ministerio y corriendo a paso atlético recorra los cinco kilómetros y cien metros que separan su vivienda en el Ministerio del Interior del comedor social que la Orden de Malta tiene cerca de Plaza de Castilla. Si llega eso de las cuatro de la tarde (las 12 de la mañana los domingos) verá las colas del hambre que se han triplicado y hasta cuadriplicado desde que comenzó la pandemia y, ya de paso, podrá preguntarle a los esforzados voluntarios de la Orden que allí regalan su tiempo, a cuántas personas —inmigrantes y españoles— se podría alimentar con los 2.770,90 euros que cuesta su cinta de correr semipro con doble amortiguación que reduce la tensión en las juntas’.

A la vuelta, corriendo también, le sugerimos que se aparte del Paseo de la Castellana y que callejee por el distrito de Tetuán. Si baja el paso lo suficiente, quizá le dé tiempo a ver los comercios cerrados, las persianas echadas, la hostelería acosada… la liquidación, en suma, de tantos sueños de futuro y la lucha permanente por llegar a final de mes, si es que hay mes al que llegar o si los ingresos no están embargados por el leviatán fiscal que devora a los españoles.

Y si aún así, el ministro Grande Marlaska entiende que la cinta de correr es esencial para su trabajo en el Ministerio, lo único que tiene que hacer es contratar un servicio de mudanzas y traer la suya de su casa particular en la que ya no habita por motivos de seguridad. Ese, el del transporte, sería el único gasto ético que podríamos asumir sin pensar, una vez más, que la corrupción no es sólo robar el dinero de los ERE, tener un Jaguar en el garaje o pedir mordidas de un tres per cent a empresas.

La desconexión ética de la clase política dirigente que no ha sufrido merma en sus ingresos desde que comenzó la pandemia y que gasta nuestro dinero como si el dinero público no fuera de nadie, es la primera forma de corrupción y antecede y permite todas las demás.

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