«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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10 de mayo de 2021

No arruinar lo conseguido

Con el reposo de los días, cada vez resulta más evidente que el gran triunfo de las elecciones madrileñas del pasado 4 de mayo fue el de conseguir que la izquierda perdiera una gran parte de su poder en la Asamblea autonómica gracias a dos actores fundamentales. Por una parte, el éxito electoral de Isabel Díaz Ayuso y, por otra parte, el papel esencial que ha jugado y juega VOX a la hora de impedir el asalto al Gobierno de Madrid por parte de Podemos, de sus socios socialistas y del partido de Iñigo Errejón, idéntico a los morados en sus fines, sólo distinto en las formas.

El éxito de VOX es indiscutible, no sólo por haber consolidado e incluso aumentado su voto, sino por haberlo conseguido en una campaña electoral que, como las recientes elecciones autonómicas en el País Vasco y Cataluña, ha estado dominada por la violencia política promovida por la izquierda contra la formación de Santiago Abascal y Rocío Monasterio y, lo que es más grave, contra la libre participación de los madrileños en actos electorales, base esencial de nuestro sistema constitucional del gobierno representativo.

Estos hechos delictivos ni tienen cabida en democracia europea alguna ni podemos arriesgarnos a que España se acostumbre a convivir con ellos. Por eso, y a pesar del triunfo electoral y de la fuga de algunos de los derrotados, es imperativo que se investigue hasta sus últimas consecuencias actos perversos para la libertad de los españoles como la participación activa y violenta de miembros de la seguridad de Podemos en el acto de precampaña de VOX en Vallecas, la ocultación interesada por parte del ministro Fernando Grande-Marlasca de las detenciones de esos individuos y las supuestas amenazas recibidas por Pablo Iglesias y la ministra socialista Reyes Maroto, aspirante a la vicepresidencia económica madrileña, que no dudó en señalar, con desprecio no sólo del Estado de Derecho, sino de la más mínima cautela, a VOX. Por supuesto, y no menos grave, también es necesario que se investigue el mal uso del dinero de nuestros impuestos en un CIS que, en manos de José Felix Tezanos, sólo cumple con fines propagandísticos y partidistas.

Estos hechos deberían ser por sí mismos motivo de preocupación de todas las formaciones políticas que defiendan –o digan defender– el orden constitucional y, por ende, los derechos y libertades de todos los españoles. Porque los ataques no son sólo contra VOX, sino contra el propio sistema que sustenta la convivencia y emana de la nación, la comunidad política, y, por tanto, son ataques contra todos los españoles. Estos atentados al orden social, a la paz y a la libre información electoral de los ciudadanos, vuelven a cargar de razón, aún más, la moción de censura que tuvo lugar hace menos de un año y que algunos, presos de la ilógica partidista o de su propio personalismo, no alcanzaron a comprender.

Mucho nos tememos de que hoy, esos pocos volverían a cometer el mismo error y volverían a afirmar un «Sí a España; no a VOX», lo que en la práctica sería de nuevo un sí a PSOE, a Podemos y a sus muletas separatistas de Esquerra, Bildu y el PNV. Es decir: un sí a todos los que promueven, amparan y justifican los graves hechos delictivos acontecidos en las últimas semanas.

Por si esto no fuera suficiente, asistimos con inquietud a la decisión de aquellos que escenificaron en aquella moción de censura sus legítimas diferencias con VOX de recurrir a la mentira. Ese recurso, que creíamos que era una marca personal de hacer política del presidente Sánchez, es propio sólo de aquellos que debido a su carencia de ideales, valores y proyecto nacional, tratan de ocultar su temor a que no les voten por lo que son.

Si se tiene claro el rumbo, ¿a qué viene el trampantojo del voto útil o de los escaños (no) “perdidos” a causa de VOX? Y más cuando las elecciones madrileñas han certificado lo que la formación de Santiago Abascal ya sabía y decía: que dos fuerzas políticas sí pueden sumar y desalojar del poder a socialistas y comunistas.

Pero, y lo que es más inexplicable, ¿qué se gana insultando a simpatizantes, electores y mandos de VOX, que en un gesto de generosidad y compromiso con España, cumplen su palabra y ofrecen sus votos sin condiciones para que un Gobierno sea investido sin dilaciones en la Comunidad de Madrid? Si, como parece, esa estrategia de la mentira y el insulto a VOX no responde a convicciones profundas sino a cuestiones de liderazgo interno y de atribución del mérito en el éxito electoral en Madrid, resuélvanlas. Pero, por encima de todo, no arruinen lo conseguido y la oportunidad de un buen entendimiento entre quienes pueden hacer posible la misión de desalojar del poder, por la fuerza de las urnas, al presidente Sánchez y a sus indignos socios.

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