«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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23 de junio de 2022

OTAN, de entrada… Sur

El ministro socialista de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares (EP)

La próxima semana, la izquierda que en la antigüedad decía desafiar los bloques militares —aunque en realidad siempre estuvo más cerca de Varsovia—, junto al centro modelogestionario tantas veces abstencionista, hospedará en Madrid la Cumbre de la OTAN. Un encuentro de una importancia capital en estos tiempos en los que la sombra de la extensión territorial de la guerra en Ucrania, sin duda injusta y criminal, planea en paralelo a la construcción de un eje perverso Pekín-Moscú (en este orden de prevalencia).

Las señales lanzadas desde la mayoría de las cancillerías europeas, con el patronato todavía no disputado de Washington, indican que la organización militar decidirá en Madrid fortalecer su Flanco Oriental y señalará a China como la gran amenaza del futuro para la seguridad de la Alianza. Esto implicará, sin duda, un cambio en la política de Defensa de los países europeos que tras la Segunda Guerra Mundial se cobijaron bajo el paraguas de la capacidad militar estadounidense.

Nada tendríamos que objetar a esta decisión si ello implicara que Europa se sacude al fin la tutela de Washington. Europa no puede seguir parasitando su defensa a Estados Unidos mientras compra las materias primas a Rusia y deslocaliza sus empresas para que China sea un gran bazar barato. Lo que sí objetamos preventivamente es al abandono anunciado de la Frontera Sur. Es en el Sur, y no en el Este, donde están las mayores amenazas presentes y futuras para España.

Sería una enorme paradoja que fuera en Madrid, Frontera Sur de la Alianza, donde la OTAN decida desatender los enormes retos que llegan desde el Magreb y el Sahel (yihadismo, inmigración ilegal, guerras inevitables) para centrarse —con un despliegue de tropas y recursos— en el Frente Este. En Ucrania, tan sola y tan lejos, España tiene pocos intereses que proteger, aparte de cuestiones morales que, por desgracia, no forman parte de la política internacional.

España, como anfitrión, tiene una oportunidad de oro para sacudirse su irrelevancia internacional ganada a pulso y conseguir que su voz suene fuerte. Aunque sólo sea una vez después de tanto tiempo de ostracismo y móviles pirateados en desiertos no tan lejanos. Pero sólo servirá de algo si el todavía presidente Sánchez pone, por una mísera vez, a España y a los españoles por encima de otros intereses que no son los nuestros. Mucho pedir esto para Petro (no es un errata) Sánchez, —ese magnífico lacayo del globalismo—, pero es lo mínimo que debemos exigirle a nuestro presidente del Gobierno.

Todo lo que sea que la OTAN se desentienda de nuestra Frontera Sur, será un fracaso para España. Uno más. Y los fracasos, sobre todo cuando las amenazas son tan evidentes, nos cuestan muy caro. Quizá no hoy, pero sí mañana y no sólo en términos económicos. Que nadie pueda decir que no lo advertimos. Con lealtad. Lo veremos la semana que viene.

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