«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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8 de abril de 2022

Si la bandera está boca abajo es una mala señal

Marruecos provoca a España con el permiso de Sánchez al colocar la enseña nacional boca abajo
Marruecos provoca a España con el permiso de Sánchez al colocar la enseña nacional boca abajo

En ausencia de un trapo blanco, cualquier bandera boca abajo es un símbolo reconocido de rendición. Así estaba la enseña nacional española cuando ayer el Rey Mohamed VI de Marruecos recibió al presidente Sánchez. Algunos medios han señalado la ofensa, que no es tal porque para que hubiera ofensa, España no tendría que haberse rendido. Y Sánchez lo ha hecho en nuestro nombre. Lo que hay no es ofensa, sino humillación, que es lo que ocurre cuando te dejan en evidencia.

El presidente Sánchez, a espaldas del pueblo español, cuya soberanía reside en las Cortes y no en el jefe del Ejecutivo como cree él, ha rendido nuestra autoridad para dar una solución a las justas reivindicaciones del pueblo saharaui, antiguos españoles infieles de nuestra última provincia africana. Desconocemos, y eso nos debería producir un vértigo democrático espantoso, las razones por las que Pedro Sánchez, sin mandato parlamentario, ha decidido virar la política exterior de España hacia una rendición que va a afectar, sin duda, a nuestra soberanía, a nuestra economía, a las relaciones con otras naciones como Argelia y a la imagen que España proyecta al mundo.

Desde la llegada de Zapatero a La Moncloa en 2004 por atentado planificado en desiertos no tan lejanos, nuestra imagen internacional es consistente con la idea de que nuestra bandera está siempre boca abajo. La retirada vergonzosa de nuestras tropas de Irak —cuando ya había mandato de Naciones Unidas para colaborar con la alianza militar— fue sólo el primer paso hacia nuestra irrelevancia. Se podrá argumentar que los votantes españoles que votaron a Zapatero estaban de acuerdo con esa voltereta en nuestra política exterior hasta entonces atlantista. Pues de la misma manera se podrá argumentar hoy que nadie que votó a Sánchez, ni al PSOE de los últimos 45 años, sabía que el presidente, por su cuenta autocrática, rendiría el destino de los saharauis a su agresor marroquí. Ni siquiera lo conocía el PSOE, como se observa en las caras compungidas de tantos diputados tragabolas de la bancada socialista que antes de ayer votaron sí a la rendición.

Rendirse nunca ha sido una buena opción. Y menos ante estados totalitarios sólo democráticos en apariencia, pero que concentran en la voluntad de una sola persona todo el poder ejecutivo, la mayor parte del legislativo y el control de lo judicial. Nos referimos a Marruecos, por si hubiera dudas. Aunque España, y sobre todo desde principios de marzo de 2020, está en esa deriva que debería ser corregida cuanto antes so pena de que la deriva se convierta en derrota.

Jamás, en toda la historia, Marruecos se ha comportado como un socio fiable y un buen vecino. No sólo ya por la historia guerrera entre ambos países, sino por el uso continuo y abusivo de las necesidades de su propio pueblo para hostigar a España con invasiones de inmigrantes que nuestros débiles gobiernos, no sólo este, sino todos los anteriores, han sido incapaces de prevenir.

Marruecos nunca renunciará a reclamar Ceuta, Melilla y el resto de nuestras españolísimas plazas de soberanía en el norte de África, además de las islas Canarias como parte de su territorio. El que diga lo contrario, miente. El que piense lo contrario, que siga creyendo en las hadas.

Marruecos, socio y aliado preferente de los Estados Unidos y que ha impulsado una modernización apresurada de su Ejército con vistas a una expansión imperialista en todos los sentidos y en todas las direcciones, tiene el propósito deliberado de debilitar a España. Está en su derecho. Al fin y al cabo, son los intereses de un país agresivo extranjero. Lo que también es nuestro derecho es el de defendernos con todas las armas a nuestro alcance, entre las que sólo las últimas deben ser las armas de nuestras Fuerzas Armadas. Antes hay que usar las de la Inteligencia.

Para poder defenderse, y sobre todo para que esa defensa sea efectiva, lo principal es no dejar que nadie te coloque la bandera boca abajo. Que es lo que ha hecho Sánchez con la oposición de la mayoría de los españoles y lo que ha dejado en evidencia nuestro amigo el Rey de Marruecos con esa humillación deliberada.

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