Las sucesivas y no superadas crisis económicas y políticas que en este siglo han castigado a España, han perjudicado casi en exclusiva a la empresa privada y han empobrecido a los trabajadores españoles. Por supuesto, esto viene de lejos; de la ceguera de unos gobiernos que, en un torpe proceso de modernización de España, convirtieron a nuestra nación en un país proveedor de servicios tanto públicos (financiados con un aumento masivo de la deuda) como privados, y redujeron los sectores industrial y agrario, imprescindibles para la estabilidad laboral de los trabajadores.
Estos son los hechos y no admiten discusión. Ante este panorama, lo racional hubiera sido abordar una necesaria reindustrialización de España, avanzar hacia la soberanía energética y proteger el campo español. Pero los partidos del consenso y la alternancia, PP y PSOE, se sometieron pronto a las órdenes de un movimiento globalista extranjero.
La Agenda 2030, que ese es el nombre del movimiento de negación de la soberanía de las naciones, promueve un fanatismo climático que impide reindustrializar España, dificulta la recuperación de nuestra soberanía energética y ataca con saña la producción agrícola y ganadera. O lo que es lo mismo: agrede a los trabajadores españoles y deprime el vital emprendimiento.
La reacción que queríamos esperar de los sindicatos de clase, que estaban obligados a cumplir el mandato constitucional de protección de los derechos de los trabajadores, jamás llegó. Las corruptas centrales sindicales clásicas se plegaron también a la Agenda 2030. Igual que las grandes patronales.
Donde hacía falta industria, agricultura, pesca y ganadería, el consenso de partidos, sindicatos y organizaciones empresariales impuso a España conceptos de cáscara vacía como inclusividad, ecoalarmismo, sostenibilidad e integración, además de promocionar de manera irresponsable la inmigración ilegal como fórmula de reemplazo de la envejecida población española, resultado de décadas de ataques a la familia y a la natalidad por parte del poder.
Por todo lo anterior, es por lo que hoy es necesario, más que nunca en la Historia de España, que todo cambie. Es cierto que no podemos contar con los partidos y sindicatos vendidos a la Agenda 2030, pero también es verdad que hoy hay nuevas fuerzas políticas y sindicales en España, como Vox y el sindicato Solidaridad, que desde un análisis honrado de todo lo que está mal, son insumisas a los dictados globalistas y reclaman la defensa de la prosperidad de los trabajadores desde la imprescindible idea política de la recuperación de la soberanía nacional.
Mañana, 1 de mayo, los trabajadores españoles y junto a ellos todos los que creemos que sólo una nación libre e insumisa a las elites globalistas y a sus agendas ideológicas podrá corregir el rumbo de España, tenemos una oportunidad de unirnos al sindicato Solidaridad.
Mañana, en un año electoral decisivo para el futuro de la nación, debemos alzar la voz en las calles en defensa de los trabajadores españoles y contra el consenso totalitario de todos los que prenden en sus solapas el emblema de la Agenda 2030 que nos dice la verdad cuando nos asegura que no tendremos nada y nos miente cuando afirma que seremos felices.
En Madrid, será mañana, 1 de mayo, a las 12, en la Plaza de Chamberí.