«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
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17 de junio de 2022

Toca elegir el lado

Juan Marín, de Cs; Juan Espadas, del PSOE, Juan Manuel Moreno, del PP y Macarena Olona, de VOX (Europa Press)

Todos los que ya peinamos canas, incluidos los que se las tintan porque no quieren ver la realidad, no reconocemos a España. No ya la que vivimos, sino la que leímos en los libros de Historia. La heroica nación que antes se amotinaba por el precio de las patatas, la mala calidad del pan o por la largura de las capas, hace tiempo que duerme una larga siesta de principios mientras asiste, con la mirada indiferente de una sumisa vaca de prao, al paso de un tren de mercancías ideológicas averiadas y facturas sangrantes.

De vez en cuando, muy de tarde en tarde, cuando logramos vencer el abotargamiento que nos produce el arrullo de la nana que nos cantan los medios de comunicación al servicio del poder, acertamos a abrir los ojos y vemos a España como está y como la han dejado. Fracturada, malherida, estanflacionada, corrupta, chiringuitera y sin identidad. Vemos los campos vaciados, las industrias claves deslocalizadas, las estructuras vitales que fracasan a la primera emergencia y la calidad de la educación en mínimos. Pero eso sí, mínimos inclusivos, sostenibles, subvencionados y ecofeministas para que tengan un aprobado general los niños que ya apenas nacen y que, cuando los dejan nacer, vienen al mundo con un pan sin sal y una deuda externa debajo del brazo.

Hace tres años y medio, una pequeña parte de la heroica y sesteante nación despertó. Cientos de miles de andaluces supieron cuánto hay de verdad en aquello que decía Spengler de que a la civilización siempre la salva un pelotón de soldados y confiaron sus votos a un pequeño partido con nombre de marca de altavoces que, no mucho antes, apenas tenía de tribuna una caja y un banco como si fueran oradores aficionados del Speaker’s Corner de Hyde Park

Hace tres años y medio, Vox era aquel pequeño pelotón de soldados spenglerianos y los votos de aquellos 395.978 andaluces fueron los que despertaron una reacción que hoy ha consolidado al partido de Santiago Abascal como la tercera fuerza nacional y subiendo. Siempre subiendo hasta disputar la victoria con el PSOE y el PP; las dos fuerzas hegemónicas del bipartidismo que son los conductores del tren de mercancías averiadas que todavía, pero cada vez menos, los españoles ven pasar con la mirada profunda y lánguida de una vaca.

Este domingo vuelve a haber elecciones en Andalucía y sólo hay dos alternativas. O pacer indiferentes votando a todos los que nos prometieron el cambio para que nada cambiara (salvo sus nóminas y las de sus cónyuges), o votar a Vox para que ese pelotón de soldados salve el campo, la educación, la caza, la industria estratégica, la cultura, la soberanía, las tradiciones y la identidad, y acabe con todo lo que es inútil, archidemostradamente inútil, para el futuro de Andalucía.

En La Gaceta de la Iberosfera, como hemos hecho en todas las elecciones que se han celebrado en todos los territorios de la Hispanidad, apelamos a la responsabilidad individual. Es decisión personal y ojalá que intransferible de cada andaluz elegir en qué lado de la Historia desea estar. Si donde están los que pelean, con principios y valores nacionales, la prosperidad y la identidad de la Andalucía cristiana y española en todas sus provincias, o de los que prefieren pasar el día durmiendo el sueño del bipartidismo multicultural pa’ encontrar la felicidad.

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