«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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10 de marzo de 2022

Un acuerdo por el bien de toda España

El líder de VOX en Castilla y León, Juan García-Gallardo, y el presidente en funciones de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. Europa Press

Ha costado, ha sido duro, largo y hasta el último minuto, en concreto ocho minutos antes de la hora de composición de las Cortes de Castilla y León, pero el Partido Popular ha aceptado por fin que VOX es un partido serio y sensato y que los votantes del partido de Santiago Abascal y Juan García-Gallardo se merecen un respeto. El mismo respeto que se merecen los votantes castellanos y leoneses del Partido Popular entre los que una abrumadora mayoría encontraba normal y deseable una alianza sensata para un Gobierno sensato.

Desde hoy, con este acuerdo, la región más grande de Europa lidera una etapa de defensa estable y conjunta de la prosperidad de sus habitantes frente a políticas identitarias y derrochadoras de un Gobierno nacional socialcomunista que tiene de demócrata lo mismo que sus socios a un lado (Foro de Sao Paulo) y otro (golpistas catalanes, nacionalistas vascos y otros desperdicios bildutarras) del Atlántico. En este sentido, la declaración llorosa de Adriana Lastra, miembro del liberticida Grupo de Puebla, en la que protesta por este «antidemocrático pacto de la vergüenza» serían para partirse de risa si no fuera porque este editorialista acaba de llenar el depósito de gasolina y, de paso, el bolsillo del Estado para que lo dedique a políticas feministas transversales, y no le apetece reírse.

Las líneas generales del acuerdo son intachables y las acciones inmediatas, necesarias y consecuentes con la fuerza parlamentaria de VOX y su peso en el Gobierno. Ninguna persona sensata puede oponerse a la reducción del gasto político y de las subvenciones a sindicatos y organizaciones políticas, la eliminación de las políticas activas que favorecen el tráfico de seres humanos, y el compromiso de reivindicar la historia común, combatiendo cualquier intento de quienes tratan de utilizarla para dividir a los españoles.

El acuerdo tiene puntos en los que la región de Castilla y León trasciende su demarcación geográfica y se pone a la cabeza de una reacción en toda España. El PP acepta la propuesta de VOX de reforzar provincias y ayuntamientos y no al sistema autonómico. Juntos, ambos partidos defenderán el campo y al mundo rural como parte indispensable de la identidad de la nación. Al fin, y salvando cualquier complejo pasado, el PP acepta que las enseñanzas medias deben regirse por los principios de mérito y esfuerzo y la Junta de Castilla y León se pondrá al frente de una reclamación que será histórica para que la prueba de Selectividad y los criterios de corrección sea únicos en toda España. También trascenderá, y de qué manera, la promulgación de una ley de violencia intrafamiliar que defienda a todas las personas.

Hasta ahora, VOX no tenía responsabilidades de gestión, pero nadie puede dudar de la capacidad de un partido que reúne la intención de voto de más de cinco millones de españoles, y cada día de más, para encontrar en Castilla y León gestores eficaces y honrados que sin recurrir a expolios fiscales trabajen sin descanso para garantizar unos servicios públicos de calidad, desarrollen las infraestructuras que merece la región y apoyen a la institución esencial, la familia, para la recuperación de la natalidad y evitar así la emigración que ha ido descosiendo durante tantas décadas el tejido social de Castilla y León.

La última derivada, y no la menor, es que con este pacto entre el PP y VOX para un gobierno estable en Castilla y León, los populares pueden abandonar ya cordones sanitarios y otras posiciones insensatas que algunos de sus dirigentes hoy en el ostracismo quisieron establecer en torno a su relación con el partido de Santiago Abascal. La recuperación de la esperanza de una mayoría de españoles en que haya una alternativa real al desgobierno de Sánchez y sus innobles socios y aliados está más cerca cuando hace una semana parecía tan lejos. Esperemos que sea quien sea el nuevo líder de los populares, y parece que lo será Alberto Núñez Feijóo por aclamación, lo tenga en cuenta. Lo primero tiene que ser España y los españoles. En esa idea siempre hemos sabido que encontraremos a VOX. Ahora ya sabemos que también encontraremos al PP de Castilla y León y de su presidente Alfonso Fernández Mañueco.

Es un gran comienzo para una renovada esperanza.

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