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11 de febrero de 2022

VOX es imprescindible e inevitable

Los lideres de VOX en Castilla y León, Juan García-Gallardo y Carlos Pollán, junto a Santiago Abascal (foto: VOX)

El final de la campaña de las elecciones en Castilla y León nos deja varias conclusiones que deberán ser analizadas en profundidad en la noche del domingo. La primera es que las elecciones anticipadas las carga el diablo y las dispara Casado. Romper el vínculo entre el poder municipal del PP y el autonómico en esa región por un quítame allá esa Ayuso, parecía una mala idea llena de defectos. El primero de ellos, que ningún castellano o leonés, salvo el presidente Mañueco y puede que su familia a la hora de cenar, sabe por qué se han adelantado estas elecciones. Hoy, en la noche que precede a la jornada de reflexión, y a la luz de las encuestas que algún medio imaginativo ha seguido publicando, se observa que el globo de las expectativas de la dirección del Partido Popular se ha deshinchado hasta el límite del ridículo espantoso y muy merecido. Si, como oro parece, plátano es, alguien en Génova se ha equivocado, alguien en Génova debería pagar. En directo, a ser posible. No en diferido.

La segunda conclusión es que el PSOE, tras detectar la debilidad del PP, ha lanzado una ofensiva de guerra total. Sánchez, sus ministros que le son propios y hasta los líderes nacionales de los sindicatos subvencionados UGT y CCOO han participado en la campaña. Algunos, de mala manera, como el secretario general del tantas veces corrupto sindicato Comisiones, Unai Sordo Calvo, que pidió el voto para la izquierda «para parar a la gentuza de VOX». Eso no lo verán denunciado en TVE.

Esas malas maneras han formado la piedra angular de la campaña socialista. Propuestas, ninguna que no sean paguitas. Alertas antifascistas, por doquier. En su desvarío, hasta hemos podido escuchar al candidato socialista en Burgos exigir el perdón democrático de los verdugos de ETA mientras acusaba al PP de querer «pactar con franquistas». Nada que ver, en cualquier caso, con los problemas reales de los habitantes de la España silenciada, vaciada y tantas veces, vacilada.

En este sentido, el domingo sabremos el alcance real de las nuevas formaciones que dicen representar los anhelos de las provincias deshabitadas pero que, en la mayoría de los casos, apenas son pequeños monstruitos cosidos con los trozos descartados de Ciudadanos, aquel partido al borde de la desaparición.

Entre las malas maneras socialistas y la apuesta del equipo de Casado por recuperar su cuestionado liderazgo, nadie duda de que el gran protagonista de esta campaña ha sido VOX, que ha conducido un campaña honrada, y eso ya es una novedad. Honrada porque no han prometido imposibles y honrada porque lo primero que hicieron fue dejar claro que ya nunca más entregarán los votos al PP a cambio de nada. En este sentido, VOX es inevitable. Salvo que el PP prefiera no gobernar antes que hacerlo con VOX, como ha filtrado hoy mismo García Egea a su periodista de cámara, y regalarle Castilla y León a la izquierda. Si tal cosa ocurriera, lo inevitable sería la destrucción del PP.

«Siembra», el formidable lema de campaña de VOX, además del hallazgo que supone, lleva implícita la paciente espera que se necesita para cosechar, sobre todo en una tierra abandonada y castigada por la Agenda 2030. Es en este punto donde PP y PSOE coinciden y donde VOX se desmarca. El bipartidismo es rehén de una agenda globalista que no ha sido escrita en tierras españolas y que va a hacer un daño formidable al ya castigado sector primario de la economía de Castilla y León e impedirá la tan necesaria reindustrialización. Contra este plan, los de Santiago Abascal contraponen su propia Agenda España que parece escrita para las necesidades de Castilla y León: natalidad, empleo y vivienda frente a despoblación, igualdad entre españoles frente a nacionalismos, España Verde frente a ecologismos destructivos de la identidad, Unión Europea frente a Bruselas, autoestima y orgullo frente a memoria democrática, reindustrialización frente a subsidios y paguitas… En este sentido, VOX es imprescindible porque es la única fuerza capaz de despertar al PP de su letargo funcionarial-globalista y de su modorra centroizquierdista y llevarle por el camino correcto: reducción de gasto político, protección del campo español, derogación de leyes absurdas, fin de las subvenciones a las políticas identitarias ajenas a los castellanos y a los leoneses… La mayoría de los votantes del PP lo agradecerá. Los que no, siempre podrán votar a Ciudad… abstenerse.

El domingo por la noche sabremos la voluntad de los electores. Esperemos que a nadie en Génova le dé por malinterpretar esa voluntad. Y quizá esa misma noche sepamos si todo lo que ha dicho el PP en esta campaña ha sido solo una mala estrategia o es que de verdad no tienen ni idea de dónde está el enemigo.

El enemigo no es VOX. Los del castellano Juan García-Gallardo y el leonés Carlos Pollán, no son el enemigo. Ellos sólo son imprescindibles e inevitables aliados para derrotar a las políticas de la izquierda. Que, como dijo Abascal, maldita la gana de pactar con el PP, pero habrá que sembrar. Por España y por Castilla y León, que es lo mismo.

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