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31 de enero de 2022

VOX, una campaña pegada a la tierra

El candidato de VOX a la Presidencia de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo (foto Concha Ortega / Europa Press)

El que quiera asomarse a la campaña electoral en Castilla y León va a encontrar dos estrategias dispares, incluso antagónicas. De un lado, los partidos del consenso de la agenda veintetrentista, que se empeñan en discursos urbanitas irreales sobre igualdad, inclusividad, ecosostenibilidad, derechos trans y globalismo. Del otro lado, el discurso de VOX, pegado a la tierra, a los terrones del campo arado, al polvo, al sudor y a las esencias de la tierra hoy silenciada. Natalidad, futuro, familia, trabajo, tierra y respeto a las tradiciones del mundo rural. La elección no parece tan difícil.

El Partido Socialista anuncia feminismo, paridad y un combate desde sus sillones contra la extrema derecha (?). El Partido Popular apuesta y citamos: «por la integración educativa, social y laboral de las minorías étnicas». No se entiende la estrategia de Ferraz y de Génova de meter en campaña el wokismo cultural identitario que le es tan ajeno a un habitante de Medina del Campo o de Noceda del Bierzo como lo es la cría de toros de lidia a un neozelandés de Auckland. Parece, por desgracia, y sobre todo en el caso del Partido Popular, siempre tan diligente a la hora de atacar a VOX, que no se ha enterado de nada o que no quiere enterarse.

En una autonomía conservadora en lo social y deprimida por el constante abandono y por las promesas más que incumplidas durante los casi 40 años de taifa popular, causa estupor que el PP de Mañueco, que durante la pandemia mostró un enorme entusiasmo por aplicar todas las restricciones paridas por el Gobierno de los dos estados de alarma ilegales, persista en hacer suyas las políticas de la izquierda aplicando a sus electores un rodillo ideológico progre que no tiene sentido en los campos de Castilla o en los montes de León.

Pegarse a la tierra, que es lo que está haciendo VOX, es reivindicar la igualdad, pero la que debería haber entre españoles para que se deje competir a Castilla y León en un estado autonómico que sólo ha fomentado la desigualdad, y por ende, la quiebra. También es reivindicar la sostenibilidad, pero la que necesitan las provincias castellanas y leonesas para que sus jóvenes decidan quedarse a estudiar, trabajar y vivir. ¿Paridad? Claro. Pero entre el campo y la ciudad, entre el sector primario y el sector servicios; entre la función pública y la empresa privada… Políticas inclusivas, aquellas que con nuestro dinero promocionen la natalidad tan necesaria en toda España, pero más, si cabe, en la vaciada por el neomalthusianismo del consenso globalista…

La campaña acaba de arrancar. Todavía queda tiempo, y más en política, para que el Partido Popular abandone sus cómodos sillones, salga de los despachos en los que ha sesteado durante poco menos de 40 años y descienda a la tierra. Si así lo hiciera (que vistos los mítines de Casado no podemos sino dudarlo), se encontraría con VOX. Los de Abascal ya llevan tiempo. Al PSOE no se le espera.

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