«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
En la 14ª de San Isidro

Christian Parejo confirma su alternativa en Las Ventas bajo la mirada de su abuela: «Si me quedo en casa me muero de los nervios»

Christian Parejo. Plaza 1

La decimocuarta corrida de la Feria de San Isidro amaneció con el cartel de «No hay billetes». Las Ventas se abarrota los fines de semana de abonados, espectadores ocasionales, turistas algo desnortados y jóvenes con afán de beber. Se intuye cierta hostilidad porque nadie sabe dónde sentarse, porque la andanada queda inundada de litronas y los chinos con sus paraguas para el sol se levantan cuando no deben. Las Ventas perdía ayer cierto aire de familiaridad.

Los toros de Ventana del Puerto salieron dispuestos pero la mecha se apagó pronto. Algo desiguales en hechuras, apenas dieron juego ante una terna que prometía. No en vano la plaza estaba abarrotada. El matador francés Sebastián Castella quiso alargar las faenas de los dos de su lote, pero aquello sólo sirvió para escuchar sendos avisos por parte del presidente. El ruido del coso se volvió nítido ante un clamor: pasadas las nueve de la noche muchos querían ver al Real Madrid, que despedía a lo grande a Toni Kroos a pocos kilómetros de la plaza.

La disposición de Daniel Luque quedó también en eso: en buenas formas y poco más. El torero sevillano estuvo por encima de un lote sin opciones, que sin embargo lució en el tercio de banderillas. Las cuadrillas sí dieron la talla que exige el coso madrileño y hasta cinco banderilleros se desmonteraron ante el aplauso del público. Pero Madrid esperaba la confirmación de Christian Parejo, joven torero, que vino a ofrecer todo lo que pudo.

A la salida de la plaza me lo crucé en el patio de cuadrillas, de camino a su furgoneta. Algunos críos se acercaron para sacarse una foto con el recién confirmado, otros sencillamente querían ver el reguero de sangre que teñía su blanquísimo traje de luces. Su primer toro le valió el saludo de toda la plaza, que aplaudió con fiereza su disposición. Salió del coso entre esos mismos vítores, convencido de haber triunfado.

En la puerta del patio de cuadrillas, decía, Parejo atendía la fila de aficionados deseosos de un selfi. Entonces me tocó el turno y el torero, que es de mi edad, ya se preparaba para posar. Pero yo tan sólo quería apretarle la mano y mirarle a los ojos. Nada de fotos. Parejo me miró entonces con cierto asombro y no me decepcionó en su viril apretón. El tipo se había jugado la vida y un tipo que se juega la vida ya lo hace todo como definitivamente.

En aquel círculo que rodeaba al torero después de la faena coincidí junto a una señora emocionada. Y la emoción fue mía cuando besó a su nieto. Allí mismo charló con LA GACETA la abuela de Christian Parejo: «Si me quedo en casa me muero de los nervios. Yo siempre que puedo vengo a ver a mi nieto porque me da más miedo no saber qué ha pasado. Yo prefiero venir». La buena mujer no me reconoció si disfrutó de la corrida: «Bueno, disfrutar no sé, pero veo a mi nieto y me lleno de orgullo». No es para menos.

*Plaza de Las Ventas, Madrid. Decimocuarta corrida de la Feria de San Isidro. Colgado el cartel de «No hay billetes». Toros de Ventana del Puerto, deslucidos y algo mansos. Lo mejor de la tarde se ofreció en el tercio de banderillas.

– SEBASTIÁN CASTELLA, ovación tras aviso y silencio tras aviso.

– DANIEL LUQUE, silencio y silencio tras aviso.

– CHRISTIAN PAREJO, que confirma la alternativa, ovación tras aviso y silencio tras aviso.

TEMAS |
+ en
.
Fondo newsletter