El inmigrante marroquí culpable de asesinar a una limpiadora el 8 de julio de 2015 ha vuelto a ser detenido por un violento asalto en una vivienda del barrio sevillano de Los Pajaritos. Junto a otro individuo de la misma nacionalidad, el joven ha sido acusado de agredir brutalmente a un niño de 11 años y a su abuelo en un domicilio de la calle Pez Volador. La Policía Nacional les atribuye delitos de robo con violencia, intimidación y allanamiento, tras ser arrestados pocas horas después del incidente, ocurrido en la mañana del martes.
Este nuevo episodio delictivo reaviva el recuerdo de un crimen que conmocionó a Sevilla hace casi una década. En 2015, cuando tenía 14 años, el agresor fue condenado por el asesinato de María Gracia Martínez Morillas, trabajadora del centro comercial Nervión Plaza, a quien atacó con una barra de acero en la cabeza después de que ella lo sorprendiera robando en los vestuarios de los empleados. La víctima, de 62 años, falleció en el hospital Virgen del Rocío debido a las graves lesiones que sufrió en el cráneo.
Tras el asesinato, el menor huyó de la escena, pero su identidad fue descubierta gracias a las cámaras de seguridad del centro comercial. La Policía Nacional logró detenerlo poco después y, pese a la brutalidad del crimen, la ley impidió imponerle una pena mayor. El Juzgado de Menores número 3 de Sevilla lo sentenció a cinco años y seis meses de internamiento, la condena máxima posible para un menor de 16 años en aquel momento, tras un acuerdo entre su defensa y la Fiscalía.
El caso también tuvo repercusiones más allá del agresor. El Juzgado de Primera Instancia número 14 de Sevilla condenó a Nervión Plaza a indemnizar con 73.814 euros a los hijos de la víctima, al considerar que las medidas de seguridad del recinto eran «insuficientes e ineficaces». Además, la madre del menor fue señalada por el tribunal por incumplir su deber de custodia, ya que su hijo mostraba un historial de conducta violenta previo al crimen.
El joven había llegado a España junto a su hermano después de que su madre se casara con un ciudadano español. Antes de emigrar, se había criado en un entorno familiar desestructurado en Marruecos, lo que, según la sentencia, influyó en su conducta delictiva.
A pesar de haber cumplido su condena, su reincidencia en la criminalidad parece confirmar los temores que expresó la hija de la víctima en 2015, cuando en medio del dolor se preguntaba: “Si con 14 años es capaz de matar, ¿qué hará cuando tenga 30?”. Aunque aún no ha alcanzado esa edad, su reciente detención confirma que sigue en el camino de la violencia y el crimen.
Ahora, siendo mayor de edad, las consecuencias de sus actos pueden ser mucho más severas. La investigación sigue abierta para determinar si el robo y las agresiones cometidas en Los Pajaritos forman parte de un patrón delictivo más amplio o si el detenido está vinculado a otras actividades criminales en la ciudad.