«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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PRESENTE CON LOS GOBIERNOS DE RAJOY Y DE SÁNCHEZ

El activismo político izquierdista desespera a la mayoría de trabajadores de RTVE

El expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, junto al hoy presidente Pedro Sánchez. Fotografía de archivo. Europa Press. 2017

Televisión española podría ser el mejor ejemplo de lo que representa el bipartidismo en España. Lo cierto es que hay infinitos, pero vayamos con este episodio de nuestra historia reciente ya que últimamente la corporación pública ocupa tantos titulares en los medios de comunicación. Cuentan algunos periodistas que estuvieron en la toma de posesión del despacho de Mariano Rajoy en Moncloa como presidente del Gobierno en 2011, que cuando se le preguntó qué tenía pensado hacer con Televisión Española, este respondió socarrón: «nada, si ya estoy aquí».

Efectivamente, nada es lo que hizo el PP de la mayoría absoluta de Mariano Rajoy en la televisión pública nacional. Pero ¿qué significa no hacer nada con TVE? Significa mucho en realidad, entre otras cosas, abandonar la empresa pública que pagamos todos en manos de la izquierda radical. Algo muy semejante a financiar el mal con fondos públicos para hacer que ese mismo mal vuelva a ocupar el poder. Para entonces ya habíamos pasado por la crisis del año 2008 y el PP había abandonado definitivamente la batalla cultural. Esa izquierda del PSOE que había convertido a la corporación en una inmensa agencia de colocación de sus gentes, que había creado un clima laboral sectario y enfermizo en sus redacciones y que había utilizado históricamente la institución al servicio de sus intereses políticos, se fue radicalizando cada vez más, a pesar de no encontrar apenas obstáculo alguno en sus intereses con la administración Rajoy, hasta el nacimiento definitivo de Podemos como formación política en 2014. Un año antes, en 2013, había nacido VOX consecuencia del abandono de los valores y de la idea de nación por parte de esa derecha permitida por la izquierda que decidió representar a la perfección todo el Gobierno de Rajoy desde su constitución. Ese grupo de tecnócratas que no estaban dispuestos a mantener una sola discusión con su vecino woke. 

Pero volvamos al Pirulí, esa izquierda interna de TVE históricamente socialista se fue podemizando cada vez más y es la que hoy mantiene secuestrada la televisión y la radio pública mediante unos sindicatos corruptos y toda una serie de satélites incrustados en los equipos de periodistas de las distintas unidades de producción que, disfrazados de colectivos «profesionales», se dedican a coaccionar y presionar hasta el extremo al que se atreve a levantar un dedo contra el pensamiento único. Algunos trabajadores lo llaman Mordor, tierra negra. La mayoría Frankenstein llegó vía moción de censura (permitida por Rajoy, que nuevamente no hizo nada para impedirlo) y en estos últimos cuatro años RTVE se ha sumido en una profunda crisis sin precedentes. De la abuela odiadora Rosa María Mateo, a «un concurso público» pactado por PSOE y PP que se dirimió en la elección de un presidente, José Manuel Tornero, fulminado por Sánchez por no ser suficientemente dócil para colocar a otra «administradora única provisional». Esta vez sin subterfugios y sin pasar por el Parlamento. Así es como la sectaria Elena Sánchez, histórica de la casa con un extenso currículum de servicios al PSOE, ha logrado llegar al trono que ansiaba desde hacía décadas.  

Elena Sánchez acaba de reunirse con los sindicatos. Ante ellos ha defendido al Gobierno a la hora de elegirla presidenta interina de la corporación saltándose la ley y todos los procedimientos. Amparada por CCOO ha asegurado que la medida ha sido absolutamente razonable, porque «alguien tenía que ocupar el cargo». Según sus palabras, su nombramiento goza incluso de seguridad jurídica. Estamos ante otra operación vomitiva que viene a confirmar que CCOO actúa como comisario político de Sánchez y que ya ni siquiera tratan de disimularlo. 

Estamos, precisamente, ante la misma operación que ya llevaron a cabo con los «viernes negros» durante la era Rajoy a través del autodenominado «Consejo profesional de Informativos», sólo que sin disfraces. El tiempo apremia. 

¿Qué es el Consejo de Informativos y en que consistió aquella campaña de los «viernes negros»? El Consejo de informativos es el brazo político ejecutor que mantiene el PSOE y CCOO dentro de la redacción de informativos, un lobby que persigue intereses políticos y personales de promoción interna e incluso perpetra acciones de persecución ideológica a profesionales de la corporación. Esas persecuciones llegaron a alcanzar un nivel de agresividad inimaginable con los llamados viernes negros, que consistieron en señalar a los trabajadores de informativos obligándoles a vestir de oscuro en la redacción y en los telediarios para denunciar la supuesta manipulación de las informaciones, señalando de este modo como enemigos a aquellos que no estuvieron dispuestos a identificarse como progres. Es el mismo tipo de persecución ideológica que se está produciendo ahora con Elena Sánchez, mediante la elaboración de listas negras de profesionales de la redacción. Volvemos a la checa de Rosa María Mateo y sus purgas de profesionales a meses vista de las elecciones generales. Este tipo de grupos de presión, los autodenominados “Consejos Profesionales”, creados en su día por CCOO y el PSOE y utilizados ahora con estos fines por Elena Sánchez, son precisamente los que lastran a la corporación. La politizan al mismo tiempo que desesperan y agotan a la mayoría de trabajadores que no comparten sus intereses, aunque se mantengan en silencio por miedo a las represalias.

Lo que estuvo en la obligación de hacer Rajoy fue precisamente suprimir este tipo de activismos políticos financiados con dinero público, restando poder también a los sindicatos como CCOO. Al igual que Sánchez está superando a Zapatero, Elena Sánchez hará lo propio con respecto a Mateo a lo largo de lo que queda de legislatura. El Pirulí despegará cualquier día de estos. 

¿Qué hará el gallego Feijóo con TVE si llegara a Moncloa sin necesitar a VOX? Lo mismo que hizo Rajoy al estilo de su colega registrador y también gallego Manuel Portela durante la Segunda República Española: aplicar ese galleguismo universal de la escuela centrista y liberasta que nos ha conducido a la situación actual.  

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