«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
El Gobierno de España ha llegado a describir a Israel como un «Estado genocida»

El embajador de Israel advierte a Pedro Sánchez por sus constantes ataques: «Mi Gobierno aún no ha respondido con revelaciones de Pegasus»

El encargado de Negocios de Israel y embajador en funciones, Dan Poraz. Redes sociales

Dan Poraz (Tel Aviv, 1982), encargado de negocios de la embajada de Israel en Madrid, ha advertido de forma clara que la actitud del Gobierno español está dañando seriamente la cooperación bilateral, incluida la colaboración en inteligencia y defensa. En palabras del diplomático israelí al diario El Español, las recientes decisiones políticas tomadas por el Ejecutivo de Pedro Sánchez «no favorecen la voluntad de compartir información sensible», en un momento en el que la seguridad nacional se entrelaza con la estabilidad internacional.

El telón de fondo de estas tensiones es la escalada de acusaciones por parte de Madrid hacia Tel Aviv tras el 7 de octubre de 2023. El Gobierno de España ha llegado a describir a Israel como un «Estado genocida» en el propio Congreso, superando incluso las declaraciones de algunos de sus ministros. Esa retórica ha sido interpretada en Jerusalén como una afrenta sin precedentes, que ha desembocado en el punto más delicado de las relaciones diplomáticas entre ambos países en décadas.

Uno de los puntos de mayor fricción ha sido la tramitación parlamentaria en España de una proposición de ley que busca establecer un embargo armamentístico contra Israel. Según Poraz, esa medida «golpearía directamente a los intereses españoles», advirtiendo que las propias fuerzas de seguridad españolas —como la Guardia Civil o el Ejército— dependen de suministros de origen israelí. El mensaje es claro: las consecuencias de una ruptura no serían unilaterales.

Además de los efectos prácticos en materia de defensa, existe un riesgo menos visible pero igualmente grave: la pérdida de acceso a inteligencia crítica proveniente de los servicios secretos israelíes, como el Mosad o el Shin Bet. Aunque Poraz evita confirmarlo explícitamente, no oculta su malestar ante lo que percibe como una deriva hostil por parte del Ejecutivo de Sánchez, alimentada por una política exterior «errática», en referencia a los múltiples frentes abiertos por España en el Mediterráneo, el Magreb e Hispanoamérica.

El deterioro de las relaciones ya tuvo una expresión simbólica y política hace un año: el 28 de mayo de 2024, tras el reconocimiento español del Estado palestino, la embajadora israelí Rodica Radian-Gordon fue llamada a consultas y no regresó. Se puso fin así a una etapa de interlocución informal pero eficaz, como los desayunos privados con periodistas en los que, meses antes, había deslizado que un histórico acuerdo entre Israel y Arabia Saudí estaba cerca, y que incluiría algún tipo de solución para los palestinos.

En el plano más polémico, la sombra del espionaje sobrevuela la crisis diplomática. Preguntado sobre si Israel podría responder con revelaciones comprometedoras relacionadas con el software Pegasus —presuntamente usado por Marruecos para infiltrarse en los teléfonos de altos cargos españoles—, Poraz no lo descarta ni lo confirma. «Hasta ahora no ha habido ninguna acción en ese sentido», se limita a decir, con una advertencia implícita que no pasa desapercibida.

La ofensiva diplomática del Gobierno de Sánchez, liderada por José Manuel Albares bajo la consigna de una «política exterior con voz propia», ha puesto en jaque no solo las relaciones bilaterales con Israel, sino también importantes canales de colaboración en defensa, comercio y seguridad. Para Poraz, si el objetivo es la paz en Gaza, no hay atajos: «Primero hay que ganar la guerra y asegurarse de que Hamás no vuelva a gobernar allí. De lo contrario, el 7 de octubre se repetirá».

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