«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
«Sólo con el proyecto de Salamanca se produciría un 15% del consumo de los reactores de la UE»

El Gobierno se somete a la Agenda 2030 y reniega del uranio en España: «Tendríamos independencia energética»

Mina de uranio

El resurgimiento de la energía nuclear en toda Europa ya es una realidad. Durante muchos años, sucesos como el impacto de la bomba atómica o desastres nucleares (Chernobyl) frenaron la expansión de esta fuente de energía tan ‘eficiente’. Tras décadas de mala reputación, duras críticas y planes para disminuir la participación nuclear en el mix energético, la inversión para revitalizar esta energía está tomando fuerza. Pero ahora, el uranio se ha convertido en un elemento clave del que el Gobierno reniega.

Este cambio en la postura de muchos países —empezando por Francia— responde al nuevo entorno geopolítico y a las realidades energéticas globales. La guerra en Ucrania y el avance de las energías renovables (aunque parezca contradictorio) han evidenciado que la independencia energética y la transición hacia un modelo sostenible son imposibles hoy en día sin una fuente estable y relativamente limpia como la nuclear, y cada vez más países se están retractando para recuperar su independencia.

Con este cambio, el uranio ha adquirido un valor crucial debido a su importancia para impulsar este auge. Países como España poseen grandes reservas de uranio; sin embargo, el Gobierno no utiliza ni un gramo del uranio nacional para abastecer sus reactores nucleares. Esto también ocurre en varios países de Europa, que en lugar de aprovechar sus propias reservas, se ven obligados a importar uranio de Chad, Níger e incluso Rusia. Todo esto sucede mientras el precio de la materia prima se dispara, situándose en 88,6 dólares la libra en comparación con los 19 dólares de 2019 o los 48 de 2023. ¿Por qué España y Europa no utilizan sus vastas reservas de uranio?

Según ha adelantado el diario El Economista, España posee las segundas mayores reservas de uranio de la Unión Europea (con unas 28.500 toneladas) superada sólo por las 125.000 toneladas de la República Checa (sin contar las reservas de Groenlandia, territorio danés que no se explota). Estas reservas serían suficientes para cubrir la demanda nacional y evitar la dependencia de importaciones de Rusia y «otros países cuya estabilidad jurídica es cuestionable», según indicó hace tiempo Berkeley Minera España, una empresa con intereses en el territorio nacional.

En cualquier caso, España sería clave para convertir a Europa en una potencia del uranio con 200.000 toneladas en sus depósitos (más de 300.000 si se incluye Groenlandia). Y aunque aún estaría lejos de las 2 millones de toneladas de Australia, tendría la mitad que Rusia, uno de los grandes actores del mercado: «Sólo con el proyecto de Salamanca se produciría un 15% del consumo de los reactores de la UE«, asegura Berkeley.

Según la empresa minera australiana, España podría ser «independiente energéticamente» en cuanto al suministro de uranio para sus centrales nucleares durante más de una década y, en 18 meses, podría proporcionar suficiente uranio para cubrir las importaciones. Esto resulta particularmente relevante en un momento en que el precio del uranio ha alcanzado más de 89 dólares la libra, cuando entre 2020 y 2022 apenas superaba los 20 dólares la libra.

Sin embargo, tanto el Gobierno español como sus críticos defienden la no utilización de estos recursos (uranio), principalmente debido a la contaminación que genera. Además, consideran que iniciar un proyecto minero, a pesar de las grandes reservas, no se alinea con el modelo energético hacia el cual se dirige el país, basado en energías renovables y donde no ven cabida para la energía nuclear (de hecho, planean cerrar todos los reactores para 2035). Es decir, se pliegan ante las imposiciones de la Agenda 2030 las imposiciones climáticas.

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