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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El horror chino en un informe del Cato Institute

De 300 millones de abortos a una quinta parte de las mujeres esterilizadas.

Esterilizaciones, abortos forzados, «genocidio demográfico». Es la última acusación dirigida a China durante las pasadas semanas en relación a la campaña llevada a cabo por Pekín contra los uigures. En cuarenta años de política del hijo único, los chinos han aprendido a hacerlo. Quién hace este balance terrible es el Cato Institute, de Estados Unidos.

«A 300 millones de mujeres chinas se les ha implantado dispositivos intrauterinos modificados para que no se puedan sacar sin una intervención quirúrgica; además, se han realizado más de 100 millones de esterilizaciones y más de 300 millones de abortos». Y estas son sólo algunas de las cifras. Los datos más recientes (2017) muestran que el 18,3% de las mujeres chinas con edades comprendidas entre los 15 y los 49 años ha sido esterilizadas de manera permanente, y que el 34,1% lleva un dispositivo. En comparación, en Hong Kong, donde no hay límites a los embarazos, sólo el 3,5% de las mujeres entre los 15 y los 49 años de edad han sido esterilizadas. Estos dispositivos suelen ser eficaces sólo durante diez años; en China lo son hasta la menopausia y han sido proyectados para permanecer implantados sin fecha de caducidad. Las mujeres son sometidas a radiografías periódicas para garantizar que el dispositivo aún funcione. De 1980 a 2014, se han implantado estos dispositivos modificados a 324 millones de chinas.

En 2015, el último año (oficial) de la política del hijo único, aproximadamente el 5% (800.000) de los neonatos chinos eran niños de tercera generación, nacidos en violación de las políticas de planificación familiar y cuyos padres han sido multados. Durante la política del hijo único, ha habido más de 300 millones de abortos en China. Pekín prohibe el aborto a partir de los seis meses de embarazo, pero los funcionarios a menudo obligan a las mujeres a abortos tardíos. Según el Cato Institute, un ex funcionario de planificación familiar efectuó 1.500 abortos, un tercio de los cuales a partir del sexto mes de embarazo. Se estima que el infanticidio femenino y el aborto selectivo de las niñas ha causado la «desaparición» de 50 millones de mujeres chinas. De los aproximadamente 90 millones de mujeres en edad reproductiva con un parto anterior, la mitad tiene más de 40 años, por lo que no podrá tener dos hijos. China ha registrado un índice de aborto de 28 sobre mil entre los 15 y los 49 años de edad. Es más del doble del índice de abortos en Estados Unidos (que es de 12 por cada mil personas). En 2016 hubo más de nueve millones de abortos en el país asiático. Esta cifra no muestra ningún descenso significativo respecto a las cifras de 2015 y 2014, cuando aún estaba vigente la política del hijo único. Y todo esto se lo hemos enseñado nosotros.

De nuevo, según el Cato Institute, en 1978 se conocieron en un pub de Helsinki un matemático holandés, Geert Jan Olsder, y un colega chino, Song Jian. Olsder le enseñó a Jian el informe Limits to Growth [Límites al crecimiento] redactado por el Club de Roma. «Durante una visita a Europa en 1978 tuve conocimiento del gran éxito que había tenido la aplicación del análisis de sistemas, por parte de los científicos europeos, al estudio de los problemas demográficos», escribió posteriormente Jian. «Me sentí entusiasmado y decidí probar ese método».

El informe Limits to Growth apoyaba la tesis según la cual se podía utilizar el «análisis de sistemas», es decir, procedimientos matemáticos, para calcular la dimensión sostenible de la población de un país. En 1978, Jian calculó que la población «ideal» de China era de 700 millones de personas, trescientos millones menos que la población que el país tenía en ese momento. El libro de la antropóloga  de la Universidad de Harvard Susan Greenhalgh, Just One Child, relata que Jian convenció al Partido Comunista chino a adoptar la política del hijo único.

Fueron los maltusianos occidentales, y no los maoístas, los que convencieron a los chinos a llevar a cabo este experimento que no tiene precedentes en la historia humana.

 

Publicado por Giulio Meotti en Il Foglio.

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana.

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