La Fundación Disenso presentó este jueves en Madrid su último informe, un estudio que analiza la agonía del modelo cultural del PSOE de la mano de Víctor Lenore, periodista, crítico cultural y uno de los mayores expertos nacionales en el panorama musical.
La presentación del informe de Víctor Lenore contó además con la participación de Alicia Delibes, experta en Educación y autora de la obra El suicidio de Occidente: la renuncia a la transmisión del saber (Ediciones Encuentro, 2024); Juan Carlos Girauta, escritor y diputado del Parlamento Europeo; y Ricardo Ruiz de la Serna, jefe de Estudios de la Fundación Disenso.
El informe parte de la tesis de que el modelo cultural promovido por el Partido Socialista Obrero Español comenzó a consolidarse tras la victoria electoral de Felipe González en 1982. Desde entonces, el PSOE no tardó en influir en la cultura nacional a través de subvenciones con dinero público, quedando su huella patente en televisión, en la romantizada la Movida Madrileña o en el mundo del cine, donde destacó la figura de Pedro Almodóvar, muy vinculado al círculo de amistades de Felipe González.
Sin embargo, ese modelo cultural, al igual que el propio PSOE, se ha ido alejando cada vez más de la cultura popular española al adoptar discursos y modelos importados y relacionados con el discurso woke. Eso ha debilitado a los socialistas, con una capacidad cada vez más mermada para conectar con fenómenos culturales como el reguetón, el pop urbano y otras expresiones juveniles. Incluso fenómenos cinematográficos que están retomando el costumbrismo y el drama rural, tan típico del cine español, con laureadas películas como Alcarrás o As bestas, distan mucho de parecerse al modelo cultural del PSOE.
Otro factor ha pesado mucho en la mencionada desconexión socialista de la realidad del consumo cultural de los jóvenes: internet. En su intervención, el propio Víctor Lenore resaltó ese factor: «La agonía del modelo cultural del PSOE ha llegado con las nuevas tecnologías de internet (…). No ha sido hasta la llegada de las televisiones privadas en los 90 y de internet (…) cuando se ha roto ese entramado de poder tenían. Y no ha sido sólo la gente emitiendo, sino la gente contestando, y ha sido una contestación muy fuerte, sobre todo de gente que ahora tiene entre 20 y 30 años».
Por su parte, Juan Carlos Girauta incidió en el factor de la radicalización socialista, alegando que «lo que ha habido en realidad es un desplazamiento del conjunto de la izquierda a postulados woke (…). Ahora, no reconocería a la izquierda actual alguien que apareciera de pronto desde el año 80, que se hubiera dormido de pronto cuando ganó Felipe González y despertara ahora».
No obstante, la desconexión contemporánea del PSOE y de la izquierda española —donde prima el feminismo, la ideología de género, los beneficios a los nacionalismos periféricos o la política para favorecer a las minorías de diferente índole— es fruto de un proceso que comenzó con el colapso de la Unión Soviética. En ese punto profundizó Alicia Delibes, resaltando que «la izquierda se reorganiza cuando cae el Muro de Berlín». «Cuando cae el Muro es la gran ilusión de liberales y conservadores (…). Pensamos que era posible volver a los tiempos en los que sólo había un partido liberal y uno conservador. Era como si la izquierda fuera a desaparecer. Tardaron más de diez años, pero se rearmaron».
Todos estos factores explican la crisis cultural del PSOE, que representa movimientos tan controvertidos como el actual feminismo. Sus iniciativas culturales son más estéticas y simbólicas que realistas, hechas para retroalimentar los colectivos que patrocinan —algo común tanto a Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez—. Otro de los grandes problemas, tal y como resalta en su informe Víctor Lenore, es la «oposición» realizada por el Partido Popular, pues la formación azul ha mantenido en gran medida, aunque gobernase en mayoría, las políticas culturales socialistas en sus propios gobiernos.
Así, ambos partidos son, uno como ideólogo y otro por inacción y aceptación de discursos e ideas progresistas, culpables de la profunda desconexión que hay en amplios sectores políticos respecto a la cultura española. Rojos y azules han dejado huérfanos a grandes sectores poblacionales, que han visto en otros movimientos y opciones políticas más afinidad respecto a sus inquietudes y valores.