«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
otro grave ejemplo de cómo para el PP sólo cuentan los intereses electorales

La televisión pública de Moreno Bonilla promociona ya un nuevo idioma: ‘el andalúh’

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, durante la presentación del libro 'Historia del Partido Andalucista' en la Casa Museo de Blas Infante. Joaquin Corchero / Europa Press

Hasta las bromas irónicas se acaban convirtiendo en realidad en lo que se refiere al delirio andalucista en el que está inmerso el PP andaluz con el Presidente de la Junta a la cabeza.

Juanma Moreno continúa abrazándose al andalucismo reivindicando el legado del Partido Andalucista y adoptando como último referente a su fundador Alejandro Rojas Marcos, como ya hizo con el islamófobo Blas Infante al que cada año honra y venera junto a todo su gobierno ante la estatua que el PSOE colocó frente a las puertas del parlamento autonómico. De este modo, el PP asume sin vacilar los legados de figuras y postulados nacionalistas haciéndolos suyos. Lo ha hecho también con figuras históricas reivindicadas por la izquierda más complejas como la de Azaña, aunque su comparación con Blas infante sea casi un insulto. La estrategia, que el Partido Popular Andaluz considera indispensable para haber logrado la actual mayoría absoluta, pasa por arrebatarle al PSOE la bandera andalucista aunque hacerlo suponga un disparate y un insulto a la inteligencia.

El último episodio deja estupefacto a cualquiera con un mínimo de raciocinio. Moreno, decidido a desbordar su perfil autonomista y provinciano, parece haber dado órdenes a sus comisarios políticos en Canal Sur para comenzar a meterse de lleno en la batalla territorial y que vaya calando entre la opinión pública la locura nacionalista. De este modo, la semana pasada uno de los programas estrella dirigido y presentado, como no, por un periodista de izquierdas que es hermano del exsecretario general de la Presidencia del Gobierno de Zapatero, Bernardino León Gross, decidió dar comienzo al despropósito entrevistando en directo en su programa a una filóloga y profesora que trabaja en un colegio público nada menos que de Berlín.

Resulta que la docente andalusa ha puesto en marcha desde allí “cursos on line de Andalúh”, es decir de un nuevo idioma ideado para “acabar con las vejaciones al andaluz y enorgullecerse de haber nacido en Andalucía” que consiste al parecer en escribir tal y como fonéticamente se pronuncia. La entrevista, que fue ilustrada durante interminables minutos con imágenes de Blas Infante y su bandera en la televisión pública que pagan todos los andaluces, fue una promoción en toda regla de esta formación nacionalista a distancia. Mientras la filóloga se explayaba, unos y otros entraban en absurdas contradicciones ante la imposibilidad de escribir de un único modo cuando la pronunciación andaluza es muy diversa en función de la provincia a la que se pertenezca. Nada tiene que ver la pronunciación del andaluz entre un gaditano, un cordobés, un sevillano o un almeriense. ¿Qué hacemos entonces?, ¿elegimos que “el andalúh” suponga escribir como se habla en Sevilla o creamos ocho idiomas nuevos, uno por provincia?

Estamos ante otro grave ejemplo de cómo para el PP sólo cuentan los intereses electorales, el resto no es relevante. Así se entiende la política desde el bipartidismo y por eso populares y socialistas acaban siendo en realidad la misma cosa. Aunque pueda sonar incoherente, no lo es. Esto es algo que debe entenderse cuanto antes por el común de los mortales. Consiste en vivir de la política e ir posicionándose, a lo largo de una vida entera dedicada a ella, en puestos públicos de mayor calado y responsabilidad. Para conseguirlo, lo de menos es lo ideológico sobre lo que conviene pasar siempre de puntillas; la batalla cultural como moneda de cambio de intereses personales, partidistas y políticos. El modelo Sémper liderado por Feijóo, al que Moreno Bonilla imitó desde Andalucía. 

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