«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
TRAS LA ENTRADA EN PRISIÓN DE CERDÁN

Las excusas de Sánchez sobre Cerdán no convencen ni al PSOE: «Su reacción es la de quien lo sabía todo»

Bruselas Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Algo se resquebraja en el PSOE. Tras años de obediencia ciega y discursos prefabricados, el ingreso en prisión de Santos Cerdán —hasta hace dos semanas secretario de Organización del partido— ha comenzado a abrir grietas en el relato oficial. Las bases tiemblan y la estructura empieza a resquebrajarse. Lo que hace apenas días era «un asunto sin importancia», hoy es interpretado por muchos dirigentes socialistas como el principio del fin del sanchismo. Y es que la reacción del presidente no ha convencido ni siquiera a los suyos: «Su reacción es la de quien lo sabía todo y ahora quiere taparlo«, reconocen altos cargos del partido en privado al diario The Objective.

Durante los 11 años de Pedro Sánchez al frente del PSOE, el aparato del partido se ha ido convirtiendo, según la propia Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, en el núcleo de una «organización criminal». No es que el entramado penetrara en el PSOE, es que el corazón del PSOE —con Ábalos y Cerdán como secretarios de Organización— era el propio entramado. Y el jefe, según la UCO, era Santos Cerdán.

La entrada en prisión de Cerdán ha encendido las alarmas. Especialmente entre ese sector del partido que hasta ahora había preferido mirar hacia otro lado. Pero tras escuchar este lunes al presidente del Gobierno decir que «esto no afecta al Gobierno» y que «el PSOE ya echó a los responsables», algo ha cambiado. Las excusas de Moncloa, repitiendo desde mediodía que «no hay nada nuevo», han provocado indignación incluso dentro del grupo parlamentario de Sánchez.

La consigna oficialista se limita a repetir que Cerdán «no tiene nada que ver con el PSOE». Pero los hechos desmienten ese discurso. Fue ratificado como secretario de Organización hace apenas seis meses en el Congreso de Sevilla. Y mientras se acumulaban las sospechas sobre el cobro de comisiones, ni Sánchez ni Montero movieron un dedo.

La figura de Cerdán no es menor: fue el segundo gran custodio de la financiación del PSOE tras Ábalos, propuso a la gerente del partido, impuso secretarios generales territoriales, purgó a críticos, torpedeó primarias y blindó el control de Ferraz. Nada se movía sin que lo supiera Pedro Sánchez. «Santos no movía un dedo sin su autorización», reconocen incluso desde su entorno.

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