Los agricultores españoles dicen basta ante un nuevo golpe de Bruselas. En esta ocasión, el cereal procedente de Ucrania ha sido el detonante de un conflicto que amenaza con arrasar el ya maltrecho panorama del campo nacional. Las organizaciones agrarias Asaja, COAG y UPA han alzado la voz contra lo que consideran una competencia desleal y una falta de protección por parte de las instituciones europeas y del Gobierno central.
En una carta enviada al ministro de Agricultura, Luis Planas, las tres entidades han expresado su profundo malestar por lo que califican como una «situación insostenible» para el sector cerealista. A pesar de que el clima ha acompañado esta temporada, el balance económico es desastroso: los precios en origen se han desplomado y los costes de producción siguen escalando sin freno, generando pérdidas generalizadas entre los productores.
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, la llegada masiva de grano —especialmente trigo blanco— ha inundado los mercados de la Unión Europea, alterando los equilibrios tradicionales y dejando fuera de juego a muchos agricultores locales. Según las organizaciones, este desajuste ha sido provocado por una política europea «errónea» que ha priorizado acuerdos comerciales sin tener en cuenta sus efectos devastadores sobre el tejido agrario.
Por ello, reclaman una revisión urgente del tratado que facilita las importaciones desde Ucrania, proponiendo que se fijen topes estrictos a la entrada de productos como el trigo y la cebada. A su juicio, solo así se podrá preservar la viabilidad del cultivo en España y en otros países del entorno.
Pero sus demandas no se detienen ahí. También exigen una batería de medidas de apoyo económico, entre ellas una línea de ayudas específicas para los cerealistas españoles, así como compensaciones directas que cubran el incremento del gasto en fertilizantes, incluyendo aquellos que ya han sido adquiridos en la presente campaña.
La presión del campo crece mientras Europa guarda silencio. Y los agricultores, agotados, temen que sin una reacción inmediata, el cereal nacional quede reducido a una anécdota en los mercados dominados por las importaciones.