Pedro Sánchez, como cada vez que se acercan las uvas, acaba el año haciendo balance de su gestión durante 2022. Más allá de las medallas, los balones fuera y la cero autocrítica de ese discurso, se puede sacar en claro sus anuncios de cara al inicio de 2023. Un año electoral en el que se producirán comicios en mayo, tanto a nivel autonómico como municipal, y unas generales que como mucho se producirán en diciembre.
El Gobierno es muy consciente del escenario que se presenta; sabe que la campaña electoral en la teoría ya ha comenzado; sabe los problemas que tiene para explicarle a sus votantes las medidas de rectificación del Código Penal que ha llevado a cabo para contentar a sus socios, por eso ha acabado el año con unas medidas concretas a fin de conseguir los objetivos de reconducir unas encuestas que, salvo el CIS, no le son favorables.
Acabar con el IVA en productos básicos, pero no en todos los básicos. Dar una ayuda única, en forma de cheque, para una franja de población con un salario de menos de 27.000 euros; continuar con el IVA reducido en gas y luz, o pasarle la pelota de la rebaja del precio de los transportes a las comunidades autonómicas, son las medidas que presentó el presidente el pasado martes.
Ha sido muy notoria la reacción de cada uno de los partidos políticos que conforman nuestro Parlamento a estas medidas anticrisis. Los partidos a la izquierda del PSOE, socios preferentes de la coalición del Gobierno, no han visto con buenos ojos estos anuncios, salvo Bildu. Los ataques han ido dirigidos sobre todo a la bajada del IVA, cuestión que rompe con su visión económica de la realidad. Gabriel Rufián, de ERC, ha declarado vía tuit que la medida es popular, pero inútil. Desde la formación independentista catalana, exigen al Gobierno gravar beneficios, topar precios y subir el Salario Mínimo Interprofesional.
EH BILDU, en cambio, no ha querido tener reproches con nadie del Gobierno, todo lo contario, celebración y sonrisas en la formación «filoetarra». A través de su cuenta oficial de Twitter han mostrado su felicidad al conseguir que el Ejecutivo les haga caso y aprueben en estas medidas, el acuerdo que tenían con ellos para topar el precio de los alquileres y subir un 15% las pensiones no contributivas. Bildu ha culminado un año de apoyo prácticamente constante al Ejecutivo central. No ha habido apenas un «pero» por parte de la formación independentista vasca a ninguna acción del Gobierno de Sánchez: todo han sido acuerdos, puestas en común y sacar adelante leyes.
Lo más comentado ha sido, sin duda, la hemeroteca reciente que ha sufrido la ministra de Trabajo y vicepresidente, Yolanda Díaz. Hace tan solo una semana, Díaz comentaba en un acto que la medida de bajar el IVA era «un deseo del Partido Popular para beneficiar a las grandes superficies y que no traería beneficios para las familias». Parece que la que será líder de la formación Sumar ha tenido que comulgar con ruedas de molino y aprobar este paquete anticrisis que tan perjudicial le parecía hace una semana. No ha querido volver a hablar la vicepresidente después de sus declaraciones criticando la bajada del IVA y, en Podemos, salvo criticas al discurso del Rey de la pasada Nochebuena, nadie ha dicho esta boca es mía.
En el PP y VOX se encuentran satisfechos, en parte con los anuncios de Sánchez. El PP tenía como medida económica estrella la bajada del IVA de los productos básicos y VOX llevaba exigiéndolo un año para poder hacer frente al contexto que vivimos. Jorge Buxadé declaró en rueda de prensa: «El Gobierno solo acierta cuando copia a VOX». Desde la formación de Abascal hubiesen querido medidas más ambiciosas y antes aplicadas. Han pedido reducir la tarifa estatal del IRPF y han denunciado que estos anuncios de Sánchez son medidas absolutamente electoralistas. En VOX están de acuerdo con las ayudas a las familias más necesitadas, pero quisieran que estas ayudas no se produzcan solamente en año electoral. Ayuso por su parte ha decidido recoger el guante del Gobierno y mantener la reducción de precios del transporte.
Reacciones de todo tipo a la estrategia de un Gobierno enfrentando en su propio seno, con unos socios haciendo hincapié cada uno en sus propuestas y una oposición que le pide a Sánchez que les atienda más y menos electoralismo y populismo en sus acciones.
