«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
El impacto de la clausura acabaría con 3.000 empleos

Los comerciantes de Navalmoral (Extremadura) reconocen sentir miedo ante el cierre de la central nuclear de Almaraz

Manifestación en defensa de la central nuclear. Redes Sociales

El municipio de Navalmoral de la Mata (Cáceres) ha vuelto a mostrar su disconformidad con el eventual cierre de la central nuclear de Almaraz, un pilar económico que sustenta tanto a la localidad como a su entorno. Iván Hidalgo, propietario de un comercio deportivo con 25 años de trayectoria y presidente de la Asociación del Comercio Moralo, se ha erigido como la voz de los más de 200 negocios que forman parte del municipio. «La central no es sólo una empresa, es el corazón económico de la zona», subraya al portal Libremercado.

El impacto potencial del cierre no se limita a los empleos directos de la planta, que ascienden a 3.000 puestos de trabajo, sino que afectaría también a toda la red de servicios que depende de su actividad. «Los transportistas, que a diario realizan entregas relacionadas con la central, también verían peligrar su trabajo», explica Hidalgo. Esta cadena de consecuencias amenaza con desatar una pérdida de población que, a su vez, agravaría la situación del comercio local.

Navalmoral cuenta con unos 250 establecimientos, de los cuales casi la mitad están asociados. Según Hidalgo, estos negocios dependen en gran medida de los habitantes de los municipios cercanos. «Si disminuye la población, perdemos clientes. Si perdemos clientes, muchos negocios tendrán que bajar la persiana», advierte con preocupación.

En medio de este difícil panorama, la esperada llegada de nuevas industrias tampoco se ha producido. Hidalgo denuncia que «nos prometieron una gigafactoría de baterías de litio hace años, colocaron la primera piedra, pero no avanzaron más». Este tipo de incumplimientos ha dejado a la localidad en una situación de vulnerabilidad frente al cierre de su mayor motor económico.

A pesar de todo, no falta algo de optimismo. Recientemente, se anunció la instalación de un centro de datos en Navalmoral, una iniciativa que podría generar empleo en la región. «Esto podría ser una oportunidad, pero no sabemos hasta qué punto se materializará o si realmente compensará el impacto del cierre de la central», señala.

Los comerciantes, acostumbrados a la incertidumbre, buscan adaptarse y mantenerse a flote mientras esperan medidas concretas por parte de las autoridades. «Nuestro día a día depende de las temporadas. No sabemos si tendremos que cerrar o si aparecerán alternativas que nos permitan continuar», reflexiona Hidalgo.

El sábado 18 de enero, los comerciantes mostrarán su apoyo a la continuidad de la central nuclear. Aunque cerrar los negocios para asistir masivamente a la manifestación será un varapalo para muchos empresarios, directivos y representantes acudirán portando una pancarta en nombre del colectivo. «Es nuestra forma de defender el futuro de la localidad y de nuestros negocios», concluye el presidente de la Asociación del Comercio Moralo.

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