El líder proetarra Arnado Otegi, que fue condenado a diez años de carcel y diez de inhabilitación por “pertenecer a ETA en grado de dirigente”, lleva meses manifestando su apoyo a la causa separatista catalana.
El dirigente batasuno se ha negado en reiteradas ocasiones a condenar el atentado de la banda terrorista ETA en el Hipercor de Barcelona que costó la vida a 21 personas y otras 45 resultaron heridas. Tampoco ha condenado otros asesinatos de la banda terrorista en Cataluña, como los del oncejal del PP en Sant Adria de Besós Jose Luis Ruiz Casado, el ex ministro socialista Ernest Lluch, el concejal del PP en Viladecavalls Francisco Cano Consuegra y al guardia urbano de Barcelona Juan Miguel Gervilla.
El duro Comando Barcelona fue responsable de decenas de atentados en Cataluña durante los años ochenta y noventa, en los que Otegi ya pertenecía al brazo militar y político de la banda, en la que ingresó en 1977. La dureza de la actuación terrorista de ETA en Cataluña en esas décadas llevó al ex dirigente de Esquerra Republicana de Catalunya, José Luis Carod-Rovira, a mantener en 2001 tres entrevistas con la cúpula de la banda en las que solicitó que no se atentara en Cataluña, algo que consiguió.
A partir de aquel 2001, la banda terrorista no volvió a matar en esa comunidad autónoma tras más de 50 atentados cometidos desde 1975. Tres años después, se volvió a reunir con la cúpula de la banda terrorista en Perpiñan, en lo que se le acusó de una negociación con los terroristas.
Pues ahora, Otegi se presenta como uno de los más firmes defensores del separatismo vasco, se suma a los actos de la Diada y pretende explicar -él, que justificó el terrorismo- que lo importante son las personas -no las que mataban sus secuaces, se entiende- y se empeña en hablar de democracia y derecho a decidir.
Y a su lado los representantes de la antigua Convergencia Democrática de Cataluña, que ahora admiran al ex preso etarra y le invitan y pasean como si fuera un factor legitimador de un proceso ilegal. Es otro símbolo de la miseria moral que acompaña al golpe de Estado que pretenden dar los grupos independentistas catalanes.
La imagen del líder proetarra en la ofrenda floral a Rafael Casanova en la Diada de 2017 es otra mancha en un proceso que no ha mostrado respeto alguno por la legalidad, y que ahora ensucia la memoria de los más de ochocientos asesinados por ETA.
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