El intento de establecer un intercambio comercial entre España y Marruecos desde la aduana de Melilla se ha visto frustrado este miércoles. Una furgoneta cargada de pequeños electrodomésticos, menaje de cocina y neveras, gestionada por la agencia Quiles, logró cruzar la frontera española, pero fue rechazada por las autoridades marroquíes al llegar a su territorio.
El transporte de mercancías, una de las concesiones acordadas para normalizar las relaciones bilaterales, quedó condicionado a la autorización previa de Marruecos para cada envío. Sin embargo, en esta ocasión, las autoridades del país vecino no dieron luz verde, y tampoco se han aclarado los criterios por los que determinados productos pueden o no cruzar la frontera. Este vacío genera incertidumbre entre los comerciantes de Melilla, que ven con preocupación las trabas en un acuerdo presentado como un avance histórico.
Este capítulo forma parte de un contexto diplomático complejo que tuvo uno de sus momentos clave el 7 de abril de 2022, cuando Pedro Sánchez viajó a Marruecos en busca de una reconciliación tras una profunda crisis diplomática. El origen del conflicto se remonta al año anterior, cuando España permitió la entrada del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, para recibir tratamiento médico por Covid-19. La acción, justificada por el Gobierno español como un acto humanitario, desató una crisis migratoria en las fronteras de Ceuta y Melilla, con miles de inmigrantes intentando entrar a suelo español.
Para calmar las tensiones, España cedió terreno en un asunto altamente sensible: la soberanía sobre el Sáhara Occidental. En marzo de 2022, Sánchez reconoció oficialmente la posición marroquí sobre el territorio, abandonando la tradicional postura de neutralidad mantenida por España. Esta decisión fue interpretada como una concesión crucial para Marruecos y marcó el inicio de una nueva etapa en las relaciones bilaterales, simbolizada por la reapertura de las aduanas comerciales de Ceuta y Melilla.