El expresidente fugado, Carles Puigdemont, anunció en sus redes sociales su regreso a España el día de la investidura del socialista Salvador Illa tras sus pactos con ERC y los comuns. Para ello, convocó a cada uno de sus fieles para que lo «acompañen» cuando entre en territorio, tratando de evitar su detención.
El objetivo principal es poder entrar en el Parlamento catalán, imposibilitando a los Mossos d’Esquadra la posibilidad de intervenir. Después, participar en el debate para recordar a ERC que está apoyando a un «españolista» sin sensibilidad catalana y advertir de las «consecuencias». Finalmente, pretende salir a la calle y ser detenido.
Los Mossos d’Esquadra tiene la orden del juez de detenerlo en cuanto ponga un pie en España. Sin embargo, tiene anteriormente la instrucción de sus mandos de consultar a la jefatura policial antes de hacerlo. Fuentes del independentismo consideran que una operación para arrestar a Puigdemont si camino acompañado de una multitud podría provocar «un daño mayor» del que se pretendería evitar.
Además, una vez dentro de la sede parlamentaria, los Mossos no podría entrar sin el permiso del presidente de la Cámara, Josep Rull. No obstante, en una de sus primeras intervenciones públicas tras ser elegido, afirmó que: «La policía, mientras yo sea presidente, no entrará en el Parlamento a detener ni a retener a nadie. ¡Y si quieren hacerlo, el primero al que tendrán que detener es a mí mismo!».
