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España padece una involución y un serio retroceso en libertades

¿Quiere escandalizar? Escuche Hombres G, señale a los autores de los crímenes y defienda la minifalda

La presentadora Ana Morgade, vestida con un portatrajes, a su llegada a la gala inaugural de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Europa Press
La presentadora Ana Morgade, vestida con un portatrajes, a su llegada a la gala inaugural de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Europa Press

Los bufones del régimen vuelven a escena. Es como si el vigilante del campo de concentración tocara el silbato y los perros rabiosos corrieran detrás del preso que desafía a todos -a las normas del alcaide y al miedo de sus compañeros- saltando el alambre de espinos. Esos bufones de palacio son los comunicadores privilegiados del sistema que, entre broma y broma, mejor editorializan las consignas oficiales, según Erriguel. 

El ataque envuelto en carcajadas se vuelve más sutil y eficaz, entre otras cosas, porque el espectador no espera encontrar propaganda política en este formato. Sin embargo, abundan los ejemplos. La humorista (seamos generosos) Ana Morgade censuró hace unos días “Sufre mamón”, de Hombres G, porque dice “marica” o “devuélveme a mi chica”.

-La canción está muy guay, pero hay un insulto que usa que no está nada bien para insultar a alguien, lo de marica está fatal, porque no es un insulto para empezar. Y luego lo de devuélveme a mi chica, también está muy mal, porque las mujeres no somos un bolso, no hay que devolverlo, ni prestarlo, ni robarlo.

Esta misma semana la periodista Samanta Villar nos conciencia -también en televisión- para el futuro de chilabas y burkinis que las élites nos han preparado. La charia nos anuncia la sharía.

-El concepto de integración tenemos que superarlo, hay que hablar de convivencia y probablemente nos toque aprender árabe antes o después. 

Treinta segundos después de soltar esta parida y decir que hay que olvidarse de la integración, Samanta se supera.

-Y para que se integren, ¿sabéis qué tenemos que hacer? Que nuestras hijas y los hijos de ellos se vayan a las mismas fiestas, hagan parejas y tengan hijos juntos, esa es la mejor integración. 

Naturalmente Samanta da esta receta a esa pobre gente que vive en uno de esos barrios donde las manadas campan a sus anchas gracias a quienes, desde los mismos lugares donde ella predica, les han traído. Pura lógica 2030: privilegios para los de arriba y miseria para los de abajo. De modo que ella propone a los papás españoles que entreguen a sus hijas a Mohamed. Es curioso, pero en apenas unas generaciones los progres han pasado de la minifalda al burka y de la movida a la censura. 

Este magma cultural -o como se llame este desorden posmoderno- también se difunde a través de las ondas y bien que lo sabe Pitingo, que sufrió la bilis que Prisa vomita a quienes osan ser libres. El cantante, hijo de guardiacivil, había criticado el acuerdo de Sánchez con Bildu en redes sociales, así que Broncano le llamó “nazi”. Pitingo alzó la voz en un gremio -el de los artistas- acostumbrado a recoger del suelo las monedas que le tira el poder. 

Hace menos aún, y también en la SER, se activaron todas las alarmas porque decenas de jóvenes con la testosterona por las nubes gritaron al colegio mayor femenino de al lado. Algún incauto pensaría que la tropa de Ángeles Barceló (Pablo, no te vayas) habría escarmentado tras el ridículo del bulo del culo. Nada de eso. A pesar de que las chicas declararon que en ningún momento se sintieron atacadas, Barceló vio en los gritos de los estudiantes “una coreografía para sumarse a la agresión verbal” y Félix Bolaños, entrevistado por ella, la oportunidad para “seguir apostando por políticas públicas de igualdad […] esto atenta contra los valores democráticos, no podemos aceptarlo en una democracia avanzada”.

Estas palabras son la demostración de qué se puede decir, pues lo admisible en España es lo que va de Vicente Valles a Ángeles Barceló. O lo que es lo mismo: de Atresmedia a Prisa. Todo lo demás queda fuera, sea Summers, Pitingo o un policía nacional harto de pisar la calle. La prueba es que Interior ha sancionado a un agente, acusado de racismo, por decir que “la práctica totalidad de la delincuencia de la calle es de inmigrantes ilegales”. Marlaska, a este sí, le ha echado los cojones que le faltan con Txapote

En perspectiva, España padece una involución y un serio retroceso en libertades. Lo que se podía cantar o decir con total normalidad hace muy poco tiempo, ahora es censurado por quienes orbitan alrededor del poder. Entretanto, que se anden con ojo las portavoces sistémicas, que como sigan a este nivel van a conseguir -como los golpistas catalanes con el himno de España en las discotecas- que los chavales acaben las noches cantando “Sufre mamón”. 

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