La empresa energética Repsol comunicó hace cinco días a algunos de sus principales clientes que suspendía las entregas de producto desde su refinería de Cartagena debido a «una parada inesperada por problemas técnicos en el suministro eléctrico». Según fuentes conocedoras de la situación, la causa fue un «grave fallo eléctrico ajeno a la planta», cuya magnitud obligó a la compañía a activar una cláusula de «fuerza mayor», tal como se detalla en la carta enviada el pasado 24 de abril.
Las refinerías cuentan con sistemas de protección que se activan ante cualquier alteración en la red eléctrica, como la que provocó el mayor apagón registrado en la historia de España. Estos mecanismos interrumpen la operativa para evitar daños mayores, y una vez que se disparan los relés, la actividad no puede reanudarse hasta que la estabilidad del sistema eléctrico quede completamente restablecida.
Esto fue precisamente lo que ocurrió durante el incidente señalado en la notificación de Repsol, registrado el martes 22 de abril. Además, ese mismo día, el ministro de Transportes, Óscar Puente, señaló en su cuenta de X que los problemas en el servicio de alta velocidad entre Chamartín y Pajares, el tramo que une Castilla y León con Asturias, se debieron a «un exceso de tensión en la red eléctrica».
No obstante, desde una de las principales firmas internacionales de trading de petróleo y gas han confirmado que la activación de la cláusula de «fuerza mayor» en las entregas de producto constituye un hecho absolutamente «anómalo. Esto ocurre una vez cada 20 años, y suele deberse a fenómenos extremos, como una DANA o una explosión».