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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

¿El fin del marianismo? Sáenz de Santamaría también deja la política

La exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría ha anunciado este lunes que deja la política, o lo que es lo mismo, que renuncia a su acta de diputada, aunque, eso sí, seguirá militando en el Partido Popular.

Sáenz de Santamaría, que ocupa un escaño en el Congreso desde 2004 y desde 2011 como miembro del Gobierno, concede de forma indirecta escaño a Mariano Pérez-Hickman Silván, que ya fue diputado en la VII y la X legislaturas.

Adiós al proyecto Casado

La exvicepresidenta del Gobierno y excandidata del PP a la Presidencia del partido trasladaba esta mañana al líder de esta formación, Pablo Casado, su voluntad de «abandonar la actividad política y emprender otra etapa».

La exvicepresidenta mantenía una reunión con Casado y aseguraba que tomaba su decisión «tras una profunda reflexión y desde el convencimiento de que es lo mejor tanto para la nueva dirección del PP» como para su familia y para ella misma.

Tras el anuncio, Pablo Casado manifestaba públicamente su agradecimiento a la que fuera su rival. Lo hacía con un mensaje en la red social preferida de los políticos, Twitter: «Le agradezco mucho a Soraya Sáenz de Santamaría sus casi dos décadas de trabajo y entrega al Partido Popular y a España. Y le deseo los mayores éxitos en esta nueva etapa que comienza, en la que podrá seguir contando con todo nuestro apoyo y afecto».

La derrotada sin encaje

Ha tardado casi dos meses en hacer pública la decisión de bajarse del barco, los mismos en los que se ha especulado sobre si Casado le ofrecería algún puesto de salida en las listas para las próximas elecciones o con el relumbrón suficiente para continuar.

La exvicepresidenta no ha encontrado cabida en el proyecto de Casado y da el paso definitivo. Abogada del Estado, vallisoletana de 47 años, lo fue todo o casi todo en el Gobierno de Mariano Rajoy. Era la sucesora natural del líder y su salida pone fin al llamado «marianismo». Trabajó como asesora de Rajoy cuando era vicepresidente del Gobierno de José María Aznar y cuando, más tarde, entre los años 2003 y 2004, fue secretario general del PP.

Llegó al Congreso en el año 2004, con 32 años, en sustitución de Rodrigo Rato y ese mismo año, en el congreso en el que Rajoy fue elegido presidente del PP, fue nombrada secretaria ejecutiva de Política Autonómica y Local.

Tras el convulso cónclave del PP en Valencia en 2008, Rajoy la escogió como portavoz en el Congreso, cargo que ocupó 2011.

Y a finales de ese año, esta licenciada en Derecho y abogada del Estado se convirtió en la mujer fuerte del Gobierno de Rajoy: Vicepresidenta, ministra de la Presidencia y portavoz del Ejecutivo. Y además se hizo cargo del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Un trabajo que no estuvo exento de dificultades, como cuando le tocó en su primera rueda de prensa tras un Consejo de Ministros explicar las duras medidas de ajuste que tomaba el Ejecutivo para afrontar la crisis económica.

Elegida de nuevo diputada del PP en los comicios de diciembre de 2015, continuó como vicepresidenta en funciones en la XI legislatura, la más corta de la democracia y en la que no hubo acuerdo para formar Gobierno.

Tras la repetición de las elecciones de junio de 2016 y con el nuevo gobierno nombrado por Rajoy, el 3 de noviembre de 2016, Soraya Sáenz de Santamaría siguió en la Vicepresidencia y asumió las competencias de Administraciones Territoriales, aunque cedió la portavocía a Íñigo Méndez de Vigo.

Se convirtió así en la abanderada del Gobierno para hacer frente al desafío secesionista de Cataluña, que muchos en el PP consideran que ha sido su piedra en el zapato, si bien quienes la apoyaban defendían sus incontables esfuerzos por reconducir la situación.

Cuando el pasado 31 de mayo, durante el debate de la moción de censura del PSOE, Mariano Rajoy abandonó su escaño y optó por quedarse en un restaurante toda la tarde, fue ella quien permaneció en el hemiciclo dando la cara por un Gobierno que tenía ya las horas contadas. Su adiós cierra el círculo.

 

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