El primer debate presidencial entre el expresidente Donald Trump y el actual mandatario estadounidense Joe Biden no pudo desarrollarse de peor manera para el abanderado demócrata y aspirante a la reelección, luego de que este se mostrase dubitativo y hasta cierto punto de vista desorientado durante todo el careo que se extendió por más de hora y media.
El careo, transmitido por la cadena CNN, mostró a un Biden que perdió en varias ocasiones el hilo de las ideas, olvidando con frecuenta los temas que estaba tratando, mientras que Trump, contraviniendo su forma habitual de conducirse, se mantuvo bastante sereno durante el debate.
Aunque podría inventariarse aquí un largo etcétera de los errores de comunicación cometidos durante la noche del jueves por el mandatario de 81 años, el hecho importante es que, precisamente, el presidente tuvo varios problemas para posicionar ideas clave. Esto debido esencialmente a que en muchas oportunidades ni siquiera los moderadores del intercambio o el propio Trump sabían qué era lo que realmente quería expresar Biden.
«Realmente no sé qué ha dicho al final de esa frase, y creo que él tampoco», llegó a afirmar Trump luego de una de las intervenciones de Biden durante la noche, empleando su sarcástico sentido del humor para mofarse de un oponente que arroja serias dudas sobre una campaña presidencial que recién comienza y en la que, además, está previsto un segundo encuentro televisivo entre ambos aspirantes presidenciales en septiembre.
Trump, el claro ganador de la noche
La mayoría de los medios de Estados Unidos han dado como claro ganador de este primer debate a Trump. Por ejemplo, una encuesta reseñada por la propia CNN arrojó que el 67% de quienes lo vieron está convencido de que el exmandatario republicano fue claramente superior a su rival demócrata. Antes de producirse el debate 55% de los encuestados esperaban que lo ganase Trump, frente a un 45% que creía que esto lo lograría Biden.
El pobre desempeño de Biden durante este primer debate ha abierto una discusión sobre la posibilidad de que el actual presidente de los Estados Unidos pueda lidiar realmente con la campaña que apenas comienza, dando pie a la tesis de que los demócratas podrían estar pensando en buscar una candidatura sustituta.
En todo caso, la formación gobernante tiene pautada la realización de su convención en agosto, donde deberá fijar una posición definitiva en esta materia. Desde un punto de vista histórico luce cuesta arriba el hecho de que el Partido Demócrata decida cambiar de caballo a mitad del río pero, a final de cuentas, esta es una campaña atípica en medio de una situación atípica en los Estados Unidos.
