El Servicio Secreto de Estados Unidos se enfrenta a las críticas y a una creciente presión para reformar sus métodos de protección presidencial, después de dos intentos de asesinato contra Donald Trump en un corto período de tiempo. Ronald Rowe, director interino de la agencia, ha admitido públicamente que es necesario revisar a fondo cómo se protege a los líderes políticos, reconociendo que la institución debe adoptar un enfoque preventivo en lugar de reactivo.
Este reconocimiento de Rowe llega en un momento en que el Servicio Secreto, con casi 160 años de historia, está experimentando serios problemas, incluyendo la falta de personal y limitaciones presupuestarias.
Durante el primer atentado en Pensilvania, el 13 de julio de 2024, el atacante, Thomas Matthew Crooks, logró disparar contra el expresidente antes de ser abatido por un agente. Trump fue evacuado rápidamente con sangre en la cara, rodeado por los agentes. Ese ataque, que también dejó un bombero seguidor de Trump muerto y dos personas heridas, fue catalogado por especialistas como uno de los mayores fallos de seguridad desde el atentado contra Ronald Reagan en 1981.
A pesar de ese oscuro episodio, el más reciente ataque, ocurrido el pasado domingo mientras Trump jugaba golf en su club en Palm Beach, Florida, ha sido «mejor» gestionado. Un agente del Servicio Secreto detectó la punta de un rifle AK-47 asomándose entre los arbustos y, gracias a su intervención, logró frustrar el atentado. El sospechoso, Ryan Wesley Routh, había estado escondido durante cerca de 12 horas, según informes de seguridad, antes de ser descubierto y obligado a huir.
Routh fue arrestado más tarde, luego de que un testigo identificara su vehículo. En el momento de su captura, había dejado atrás una cámara GoPro y el rifle. Los cargos presentados en su contra incluyen múltiples delitos relacionados con armas de fuego.
A raíz de este segundo intento de asesinato, el equipo de campaña de Trump pidió un aumento en los niveles de seguridad. Aunque no está claro si la solicitud ha sido atendida, Rowe aseguró que el expresidente está al tanto del nivel de protección que se le proporciona. «Hablé con él y sabe que cuenta con el máximo nivel de seguridad que podemos ofrecer», afirmó Rowe. También señaló que la agencia continúa evaluando las amenazas y ajustando las medidas de seguridad según sea necesario.
Trump, por su parte, expresó su agradecimiento al Servicio Secreto y a las fuerzas de seguridad locales por su rápida actuación en el incidente en Palm Beach. A través de su plataforma Truth Social, el expresidente comentó: «Fue un día interesante, pero lo más importante es que estoy agradecido por el gran trabajo del Servicio Secreto y todos los patriotas que me mantuvieron a salvo«.
Sin embargo, a pesar de los elogios, varios expertos en seguridad han cuestionado cómo Routh, armado con un AK-47, pudo permanecer oculto durante tantas horas en las inmediaciones del expresidente sin ser detectado. Evy Poumpouras, exagente del Servicio Secreto, expresó su inquietud en una entrevista con MSNBC, preguntándose por qué no se detectó antes al atacante y cuestionando la eficacia de los procedimientos de seguridad perimetral.
Este segundo incidente ha llevado a un escrutinio aún más profundo de la capacidad del Servicio Secreto para manejar las amenazas crecientes contra Trump, y subraya la necesidad de una reforma inmediata dentro de la agencia.