«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La candidata demócrata continúa perdiendo los nervios

Harris llama «fascista» a Trump en medio de encuestas que no favorecen a los demócratas

Kamala Harris. Europa Press

¿Han oído lo último, la «sorpresa de octubre» de esta campaña? Trump es un fascista, un aspirante a dictador que planea imponer un régimen autoritario en cuanto pise la Casa Blanca después de haber purgado implacablemente a sus enemigos demócratas.

En realidad, si lleva algún tiempo consumiendo los medios convencionales —estadounidenses o de cualquier otra parte— es más que probable que ya le haya llegado la noticia. Casi a diario en los últimos ocho años. Lo curioso es que los demócratas siguen pensando que aún funciona.

Es el momento de la lucha en el barro, de la guerra sucia. Oficialmente, los últimos mensajes de la candidata demócrata, Kamala Harris, ayunos de propuestas que puedan interesar a los ciudadanos corrientes, se centran en tan original argumento. «Permítame la pregunta: ¿cree que Donald Trump es un fascista?», le preguntó Anderson Cooper de CNN a Harris en su entrevista áulica más reciente. «Sí, lo creo. Sí, lo creo», respondió la candidata. «Y también creo que se debe volver a confiar en las personas que le conocen mejor en este tema».

Harris ha intentado reiteradamente afirmar que Trump está trastornado, es inestable y no tiene control. Qué lejos queda esa «alegría» («joy») con que inició su campaña.

Pero, ¿quienes son esas personas «que le conocen mejor»? Por ejemplo, el general retirado John Kelly, jefe de gabinete de la Casa Blanca en la Administración Trump. En una entrevista concedida a The Atlantic, asegura que el expresidente elogió a los generales de Adolf Hitler por su lealtad. En la entrevista con el director de la publicación, Jeffrey Goldberg, Kelly afirmó lo informado por el libro de Peter Baker y Susan Glasser, ‘The Divider: Trump in the White House, 2017-2021’, que cita a Trump preguntándole a Kelly «¿por qué no puedes ser como los generales alemanes?».

Trump, naturalmente, ha saltado inmediatamente. El expresidente ha calificado a Kelly de «delincuente» y «degenerado total» en una publicación en su plataforma Truth Social, donde escribió para refutar el relato de Kelly. «Os agradezco el apoyo contra un degenerado total llamado John Kelly, que inventó una historia a partir del odio puro que le provoca el Síndrome de Delirio Antitrumpista. Este tipo tenía dos cualidades que no se complementan bien. Era duro y tonto. El problema es que su dureza se transformó en debilidad, ¡porque con el tiempo se convirtió en gelatina! La historia sobre los soldados era una mentira, como lo son muchas otras historias que contó», escribió Trump en Truth Social.

«Aunque no debería perder el tiempo con él, siempre siento que es necesario contraatacar en busca de la verdad», continuó Trump. «John Kelly es un mal hombre y un mal general, cuyo consejo en la Casa Blanca ya no busqué, ¡y le dije que siguiera adelante!».

En cuanto a esa «historia sobre los soldados» que menciona el expresidente, Kelly afirma en la infame entrevista que Trump se indignó al enterarse de que el funeral de una soldado asesinada, Vanessa Guillén, había costado 60.000 dólares. Según la revista, basándose en una fuente anónima, Trump supuestamente dijo: «¡No cuesta 60.000 dólares enterrar a un maldito mexicano!» y ordenó al entonces jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, que negara el pago.

Pero inmediatamente la hermana de Guillén, Mayra, emitió una declaración viral en X, condenando la descripción distorsionada de The Atlantic de su experiencia con Trump. «No me gusta cómo están explotando la muerte de mi hermana con fines políticos; es hiriente e irrespetuoso», escribió Mayra en X, obteniendo más de tres millones de visitas. «El presidente Donald Trump no hizo nada más que mostrar respeto hacia mi familia y hacia Vanessa. De hecho, hoy voté por el presidente Trump», agregó Mayra.

La acusación de autoritarismo contra Trump, no digamos de «fascismo», no puede ser más absurda, porque el magnate tuvo cuatro años para desplegarla y, por el contrario, tuvo que gobernar a medio gas, rodeado de traidores en su propio Gobierno como el general John Kelly.

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