El globo de la fiebre Kamala se está pinchando, y hasta las encuestas más cocinadas empiezan a registrar el descenso de la popularidad de la candidata demócrata. ¿Cómo podría ser de otra manera? Después del frenesí, el electorado se impacienta por el nulo contenido de su programa, empieza a recordar que, caramba, esta mujer lleva años en el gobierno y, en fin, las dos o tres medidas que ha adelantado se parecen demasiado al chavismo desatado, algo que sigue sin entusiasmar en Estados Unidos.
Las encuestas muestran una vez más que Trump aventaja a Harris en los estados cruciales. Así que del debate podría salir políticamente muerta o mantenida con respiración asistida. Por eso se ha encerrado en su habitación de hotel en Pittsburg, convertida en un improvisado estudio televisivo, con un imitador de Trump. Al menos eso es lo que cuenta el periodista de Fox News Bryan Llenas.
«Sabemos que la vicepresidenta Kamala Harris está en su hotel en Pittsburgh. Tienen las luces como si estuviera en un estudio», afirmó Llenas, y agregó: «Tienen el escenario. Incluso trajeron a alguien que está vestido y actúa como el expresidente«.
No sabemos si es buena idea. Lo mismo hicieron con Biden antes del debate que dio la puntilla a su fugaz candidatura. Lo recluyeron durante una semana, intentando lograr que su cerebro funcionara para poder enfrentarse a Trump.
La situación es muy diferente ahora, con una Harris que tendrá que salir «a cuerpo gentil», sin esas notas que han sido su salvación en todas sus comparecencias hasta la fecha. Se enfrenta a lo desconocido. También le perjudica la norma que obliga a apagar el micrófono de un candidato mientras el otro tenga la palabra. Los comentaristas cuentan que precisamente una de las estrategias que preparaba la campaña de Harris era la de interrumpir continuamente a Trump y tirar de la carta feminista si el candidato republicano intenta otro tanto.