A dos semanas del próximo 5 de noviembre, cuando queda el equivalente a una campaña al uso español camino de las elecciones presidenciales, el panorama parece comenzar a aclararse. La falta de entusiasmo por Kamala Harris y de miedo hacia Donald Trump de hace unos días han dejado paso a un escenario en el que el republicano comienza a repuntar en la media de encuestas, en especial en los territorios todavía en juego.
La ventaja de Trump que muestran la mayoría de los sondeos se da al tiempo del descenso paulatino de las opciones de Harris y de su presencia creciente en la escena pública, con su ya histórica entrevista en FOX News como principal ejemplo. Una caída, así, inversamente proporcional a su grado de conocimiento.
La victoria republicana a la que apuntan la mayoría de los sondeos se cimenta por el resultado en los estados todavía en juego (los llamados «swing states«) según todas las casas demoscópicas. Mientras que en 44 territorios (43 estados y el Distrito de Culumbia) no hay ninguna duda de quién será el ganador la noche del 5 de noviembre, en otros siete es posible que hasta pasados varios días no se conozco, y resulta difícil anticiparlo a estas alturas.

A pesar de ello, y siempre dentro del margen de error, el vaticinio general es contudente: Trump ganaría en todos los estados clave por 1,2 puntos de ventaja media, que varía según el lugar.
Trump
La campaña de Donald Trump ha despegado en los últimos días, y lo ha hecho de una manera natural, en un acercamiento del neoyorkino al estadounidense medio. De un lado, manteniendo un discurso en el que la economía ocupa un lugar principal y, de otro, con una actitud que encaja de una manera profunda con el habitante de zonas rurales del país.
Cuando hizo una parada en un McDonald’s a las afueras de Filadelfia, donde se puso un delantal y pasó un rato preparando patatas fritas junto a los empleados del local y repartiéndolas a través de la ventanilla, el efecto no fue la caricatura buscada por su oposición —sobre todo mediática—, sino el alejamiento de la imagen que da un político al uso.
Harris
La principal baza de Kamala Harris es «yo no soy Donald Trump». Sin embargo, es en las propuestas políticas concretas donde encuentra mayores reticencias entre sus votantes a priori potenciales y entre quienes algún día optaron por su partido. «No soy Biden» tampoco es suficiente.
Las calificaciones de «no apto», «inestable» o «peligroso», o falsedades flagrantes como aquello de que Trump «ha hablado de poner al ejército en contra del pueblo estadounidense» pueden servir, y de hecho funcionan, con millones de estadounidenses, pero ante la posibilidad de gobernar el país resultan del todo insuficientes como programa político.