El Ejército más poderoso del mundo, el de Estados Unidos, sufrió a lo largo de todo el mandato de Joe Biden una notable y creciente crisis de personal: nadie quería ser soldado y no había modo de cubrir las filas, un asunto al que hemos dedicado varios artículos en estas mismas páginas. Pero esa crisis, al parecer, ha acabado súbitamente con la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump.
La principal beneficiada de esta «vuelta a la tortilla» ha sido la Fuerza Aérea. El jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, general David Allvin, ha anunciado que las cifras de reclutamiento de diciembre a febrero experimentaron el mayor crecimiento de los 15 últimos años, unos datos que el nuevo secretario de Defensa, Pete Hegseth, califica de «increíbles». Hegseth sugiere que reflejan un renovado interés en el servicio militar, impulsado por el nuevo énfasis en la preparación para el combate y la disciplina.
En pocas palabras, el Ejército vuelve a valorar la eficacia de combate de las tropas por encima de la equidad, la inclusión y la diversidad. «¡Los estadounidenses están entusiasmados por volver a servir a su país! ¡La próxima generación de combatientes estadounidenses se unirá a la mayor fuerza de combate que el mundo haya conocido jamás!», escribió Hegseth en una publicación en X.
Allvin no reveló cifras exactas, pero afirmó que todas las métricas de reclutamiento «tienen muy buena pinta». Confirmó que unos 13.000 reclutas se encuentran actualmente en el Programa de Ingreso Diferido (DEP), un sistema que permite a los alistados posponer su fecha de envío al campo de entrenamiento mientras completan la escuela, manejan asuntos personales o se preparan para el entrenamiento militar.
El aumento de los alistamientos se produce después de un año 2023 decepcionante, cuando la Fuerza Aérea no alcanzó su objetivo de reclutamiento por primera vez desde 1999. En respuesta, el servicio ajustó ciertos estándares de alistamiento, incluidas políticas relajadas sobre tatuajes y composición de grasa corporal.